En qué estaban Antonella Ríos y Marcelo Barticciotto en el auto, estacionados en Ñuñoa, cuando fueron víctimas de la encerrona
La «conversación pendiente» que tenían Antonella Ríos y Marcelo Barticciotto después de un quiebre en el affaire que mantenían, con mucha reservada por parte de él, terminó de la peor manera.
Durante la madrugada del viernes el ex crack de Colo-Colo y la actriz de teleseries como Brujas o Lola y panelista de Que Te Lo Digo sufrieron un protonazo donde la golpearon a ella, lo encañonaron a él, les robaron auto y la cartera a Ríos.
La pareja estaba estacionada por los barrios donde vive Atonella, en Ñuñoa. El comentarista deportivo de 57 años había detenido su BMW blanco. Ella estaba a su lado, en el asiento del copiloto.
Según la investigación de Glamorama, Ríos y el «Barti» estaban saliendo desde hace más de dos meses. Mantenían una amistad de carácter íntimo. Eran amigos con ventaja. El ex jugador, eso sí, mantenía el romance bajo siete llaves. Con harta, mucha reserva. A él este asunto del bajo perfil de la relación le importaba.
Hace unos días hubo complicaciones en la pareja. Se había producido un distanciamiento, un quiebre. Y se habían comunicado para hablar las cosas, tal vez darle un punto final a todo.
«Había un conversación pendiente», reveló Ríos el viernes en Que Te Lo Digo. A pesar de que aún estaba en shock tras el asalto y el golpe que recibió, cumplió con su deber y llegó al programa donde es panelista y que se transmitió en vivo.
El conductor Sergio Rojas habló en todos los tonos y trató de todas las formas de que la actriz entregara detalles sobre su vínculo con Marcelo. Ella, aún medicada, no lo hizo. Mantuvo la calma, la simpatía, soportó la «pequeña encerrona» que le estaba haciendo Rojas en pantalla y solo detalló que Barticciotto está separado hace unos diez años y que esa noche se habían reunido para esa conversación.
También reconoció que el escenario de ese cara a cara con el ex futbolista, en el auto de él, entrada la noche y en una calle de Ñuñoa, nunca fue el adecuado. Y que «obviamente y lamentablemente pasó lo que tenía que pasar».