Probióticos: la importancia de las bacterias en el desarrollo de los más pequeños
Hace unos 100 años, un investigador del Instituto Pasteur en París postuló que la longevidad de algunas poblaciones de Bulgaria se debía a su consumo de yogurt que contenía bacterias que acidificaban esta bebida.
Estas bacterias pueden sobrevivir por períodos bastante prolongados al suministrarlos a seres humanos, incluso a los niños. Algunas de ellas están presentes en la leche materna.
La Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) los definieron en 2002 como “microorganismos vivos que cuando son ingeridos en números adecuados benefician a la salud del huésped”.
La evidencia científica que se dispone indica que defienden al tubo digestivo de bacterias causantes de diarrea y otras
patologías infecciosas, permiten atenuar el cólico de los lactantes, además de otros beneficios demostrados. Su uso es seguro. De las especies que están en uso por más tiempo y en mayor cantidad se pueden mencionar el Bifidobacterium lactis, llamado Bb12, el Bifidobacterium longum y el Lactobacillus rahmnosus.
En resumen, los preparados actuales para la alimentación de los lactantes poseen características que permiten utilizar sus capacidades funcionales.