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Lollapalooza: Arcade Fire y Soundgarden cierran la mejor jornada del evento

Autor: admin_copesa / 31 marzo, 2014

Fue el día en que volvieron las carreras entre escenarios, en que se apostó a favorito o se abrazó el riesgo de las nuevas propuestas: ayer, Lollapalooza cerró su cuarta edición con una curatoría abrumadora en el papel y que en la cancha ratificó su potencia. Al final, una jornada ecléctica, a la altura de una convocatoria que se sintió más numerosa que el primer día -probablemente, por la migración constante de los públicos- y que la producción cifró en 80 mil personas. En total, dos días de música que recibieron a 160 mil asistentes, el récord desde que la franquicia estadounidense puso pie en Chile, en 2011.

 

Un número que se hizo evidente cuando los cabezas de cartel se apropiaron de la fría noche en el Parque O´Higgins: primero Arcade Fire, que eligieron Reflektor para abrir un debut que subió la temperatura con Neighborhood #3 (Power out) y Rebellion (Lies), de su disco Funeral (ver crítica). Y como reafirmando la diversidad de la concurrencia, mientras Win Butler y su pequeña orquesta indie agradecían a sus feligreses, al otro lado, en el escenario Coca Cola, miles ya tomaban palco para ver la primera vez de Soundgarden en Chile (ver crítica).

 

Y así se fueron dibujando los extremos del día. La electrónica convertía el Movistar Arena en una olla a presión con Axwell, en una cocción que empezó temprano, con el chileno Vicente Sanfuentes marcando el beat de la misa electrónica. Hubo metal -casi invisible el primer día- y desde temprano, con los locales Rama abriendo La Cúpula y estridencia con la aparición de Julian Casablancas, que reincidió en el ruidismo desprolijo de su banda The Voidz. “Con lo curado que veía, hasta se le olvidó tocar Instant crush”, reclamaba una fanática a sus amigas, justo a tiempo para correr a ver a los abanderados del indie (y la onda), Vampire Weekend: partieron con la enérgica Diane Young y fueron relajando su propuesta -hasta donde lo permitía el griterío hormonal que celebraba a su vocalista Ezra Koenig- para despedirse con Walcott.

 

El rock de guitarras independiente tuvo un arco que abarcó desde lo fundacional (ahí estaban Pixies, en una nueva visita con nueva bajista, Paz Lenchantin) hasta la sorpresiva actuación de la joven banda estadounidense Portugal. The Man. En paralelo, Natalia Lafourcade congregaba banderas colombianas, mexicanas, chilenas, y el aire cosmopolita siguió creciendo con el italiano Jovanotti en La Cúpula (Vea la nota completa en La Tercera).