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El Festival de Cannes era una fiesta

Autor: admin_copesa / 18 mayo, 2014

La noche, en Cannes, es así: comienza con las premiere, de las siete de la tarde y de las 10 y media de la noche, donde los asistentes no vip pasan raudos por la alfombra roja, vestidos de gala obligatoria, y se sacan selfies mientras los fotógrafos gritan que se apuren, que ya llega Nicole Kidman, para estrenar su fallida cinta sobre Grace de Mónaco, o Blake Lively, la actriz rubia y mujer de Ryan Reynolds, que a pesar de venir como acompañante, se tomó todas las alfombras rojas de esta semana; no importaba que, por ejemplo, el viernes fuera Rosario Dawson la estrella de The Captives, de Atom Goyan: la rubia se paseaba por los flashes, mientras el elenco de la película esperaba paciente, en los escalones del Palais.

 

Cuando terminan las películas, La Croisette, la costanera de Cannes, se llena de gente: algunos están de gala, otros de cóctel, otros en short y hawaianas, cientos son fotógrafos. Cada uno camino a aprovechar la noche: puede ser una fiesta en yate, o puede ser en un hotel, como la de la aplaudida película Timbuktu, de Mauritania, cuyos protagonistas llegaron victoriosos el jueves, en coloridos atuendos, a beber champaña a un salón con vista panorámica a toda la ciudad.

 

Están también las fiestas de la playa, una sucesión de carpas instaladas en la arena; el viernes, por ejemplo, una de ellas era la que ofreció Werner Herzog, Jerry Weintraub y la distribuidora francesa The Wild Bunch por la cinta Red Army, donde globos blancos se prendían con colores, mientras los comensales comían del bar de helados y abusaban de la barra libre, y donde los invitados, algunos de frac, otros de jeans, bailaban desde No Scrubs de TLC a Bad Girls de M.I.A. Una fiesta tranquila, considerando que veteranos de Cannes recuerdan celebraciones organizadas por The Wild Bunch, como aquella en donde mujeres-sirenas nadaban en piscinas. Este fin de semana, además, festejaron la cinta sobre Dominique Strauss Kahn, con una decoración que emulaba la suite de hotel del escándalo.

 

Las fiestas en Cannes, además, son un espacio de trabajo: se pasan tarjetas, se agendan reuniones. “La gracia”, explica Alexandra Galvis, directora de Market Chile, quien lleva ocho años viniendo al festival, “es que la gente puede presentar sus proyectos en un contexto más relajado”.

 

Hay fiestas en el castillo del casco histórico llamado Le Suquet, hay fiestas de todos los países, como la que anoche organizaba Colombia, donde la entrada tenía forma de pasaporte, o hay fiestas de marcas comerciales, como la que también anoche ofrecería la cerveza Stella Artois, que trajo a invitados de 22 países -incluida La Tercera-, y donde se necesitó el trabajo de 300 personas. Hay otras fiestas donde los comensales saben que no se irán sin desayuno, como la esperada celebración del Producers Network, la red de más de 500 productores presentes en el Festival, que será el próximo fin de semana.

 

Y están las fiestas de los que sólo vienen a la fiesta: el viernes puso música en la discotheque Vip Room, la infaltable Paris Hilton.