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Coco Pacheco descuartiza al francés pesado de MasterChef y a los programas de cocina

Autor: admin_copesa / 13 noviembre, 2014

Jorge “Coco” Pacheco tiene más de 40 años de experiencia en cocina y 20 en televisión. Es un referente culinario. Uno de los viejos estandartes de los sartenes en matinales y estelares. Pionero, junto a Antonio Vodanovic, con el programa Sal y Pimienta. Y su debut en el Buenos Días a Todos, en los 90, marcó una tendencia que se fue imponiendo en las mañanas durante muchos años.

 

Nadie más indicado para opinar del boom de los programas culinarios: MasterChef, de Canal 13, y Top Chef, de TVN. “A alguien me voy a echar encima, pero tengo que decir lo que siento. Y tengo la libertad de ayudar, no siendo negativo, tampoco de picado. Todo lo contrario, porque estoy contento con que estos programa salgan al aire”, adviertió Coco en esta entrevista con glamorama.latercera.com donde no dejó títere con cabeza. Este artículo se publicó hace dos meses, pero hoy cobra relevancia debido a que Primer Plano reflotó la feroz rivalidad de Pacheco con el francés Yann Yvin, de MasterChef –MIRE AQUI LA GUERRA QUE SE ARMO ENTRE LOS COCINEROS EN EL PROGRAMA DE CHILEVISION-.

 

¿MasterChef y Top Chef revitalizaron el fenómeno de la cocina en TV?

 

“Cuando partí en los 90, en el Buenos Días a Todos, junto a Felipe Camiroaga, Jorge Hevia y la Tati Penna, le dimos un vuelco. Hicimos una cocina entretenida, divertida, mostrando Chile, con recetas baratas, para llegar al pueblo, y no voladas. 

 

«Después fueron llegando otros jóvenes, por bajar costos, donde ellos se ofrecían gratis. Y así fueron matando la cocina, por figurar, o por darse a conocer –les encuentro toda la razón– aparecieron, pero pesaban menos que un paquete de cabritas. Se iban en la volada”.

 

¿Y qué le parecen estos nuevos programas?

 

“Ayudan a levantar un poco la cocina y eso me alegra. Ahora, hay muchos jurados extranjeros, franceses, italianos. En MasterChef los que dirigen son extranjeros, argentinos. Son programa envasados, que vienen de afuera y tienen que transmitirlo según el esquema que traen. 

 

«Ahí faltó un poco de picardía. La cocina no es algo triste, donde uno siempre llora o se come las uñas. La cocina es una cosa entretenida, divertida, donde lo pasamos bien”.

 

¿Está de acuerdo con que haya jurados extranjeros?

 

“Son profesionales. Les pueden colocar cualquier plato y tienen que opinar desde el punto de vista técnico: textura, sabor, color, presentación; que lo sepa a hacer o no. Pero si yo fuera profesional, estudio los platos y me informo. Deberían saber. 

 

«Mi nana era mapuche, ella me enseñó a comer charquicán, tomaticán, guisos, etc. Pero al francés (Yann Yvin, de MasterChef) lo encuentro un poco displicente, poco simpático, aunque los franceses nunca han sido simpáticos, se caracterizan por ser pesados. A lo mejor el programa necesitaba alguien pesado, porque yo no lo conozco a él, pero cae como plomo. Pero eso viene envasado. A lo mejor es así el programa”.

 

 ¿No le gusta el jurado de MasterChef?

 

 “Los franceses son pesados aquí y allá, no estoy diciendo nada nuevo… Deberían entender más el concepto chileno, ir más a la forma en cómo somos los chilenos. Falta un poco de chispa, como la del roto chileno. Está muy tenso, muy cebolla, para llorar.

 

 “Al Ennio (Carota) lo conozco, es muy simpático y en el programa no lo veo así. Es como un ‘policía italiano’. Y a Christopher (Carpentier) lo veo pálido. Lo conozco de chico y lo noto nervioso, muy tenso, ese no es su carácter. 

 

«Están haciendo algo en lo que, a lo mejor, no se sienten cómodos. El programa es así. Quizás los encasille. Yo, en el Gourmet, por ejemplo, me decían ‘Coco, no hagas bromas. La cocina es seria’. Aquí (MasterChef) pueden haber dicho ‘esta cuestión es seria, no tiren tallas, no pueden reírse, y esto es así. Ustedes tienen que ser malos’. Esa es la manera del programa, y ellos se adaptan a eso”.

 

¿A los dos programas les falta la chispa chilena?

 

 “Al menos en MasterChef falta la chispa chilena. Está administrado muy a la extranjera. Y a Top Chef le faltó peso y mayor experiencia televisiva a los jurados, con excepción de Carlo (Von Mühlenbrock), que viene de vuelta y se nota que es el líder. El resto, pintamonos».

 

¿Por qué sucede esto con el resto del jurado de Top Chef (Ciro Watanabe y Pamela Fidalgo)?

 

 “Porque no tienen experiencia televisiva. Están como nerviosos. No tienen la improvisación. No saben dónde está la cámara. La personalidad de Pamela, por ejemplo, es muy distinta a la de Carlo. Es cosa de mirar. Hablan dos palabras y no hablan más. El peruano (Ciro) sabe muchísimo, pero todavía está tímido. Pamela es bonita, sabe de cocina, pero le falta que se haga presente”.

 

¿Se cae mucho en lo dramático?

 

 “Todos los programas buscan el rating, puntaje y la competencia entre los dos canales. Ahí obviamente que pican cebolla como locos para que suba el rating. Pero también lo pueden mezclar un poco con simpatía. 

 

«Puede haber dos cosas: pasión, locura y que sea entretenido. Pero hasta el momento he visto mucha cebolla picada, mucha lágrima. Por ejemplo la abuelita, que es un paquete de sorpresas y que, si la sacan, baja el rating, porque todo el mundo ve a la abuelita y, el día que la eliminen, van a ser cinco puntos menos.

 

 “Tiene que haber dos cosas: dramatismo, y también sonrisa y alegría. Se están yendo a una cosa que es agotadora y la gente no está para eso, sino para pasarlo bien, disfrutar, aprender y gozar la vida. Es peligroso lo que están haciendo. 

 

«Tampoco soy técnico, ni sé qué vuelco les pueden dar. La cocina, para mí, es entretenida. Toda la vida ha sido así. Y aquí veo mucha bronca; por cualquier cosa lloran, todos saltando por los tiempos, empiezan a tiritar, muy tensos. Aunque esto es un show. Están grabados y vienen regalleteados, recontraestudiados”.

¿Cree que son muy duros y que les falta ser chilenizados?

 

“Me preocupa la identidad de nuestro país. Basta que llegue cualquier extranjero para que digan que le sube el pelo, pero estamos perdiendo nuestra comida auténtica, chilena. Se van mucho en la volada del esnobismo, la trufa, lo francés; hay muchos chefs peruanos y a ellos debemos copiarles, porque hacen un trabajo netamente nacionalista. Están orgullosos de su cocina. Aquí no valemos nada. 

 

«No hemos rescatado absolutamente nada de lo nuestro. Todo lo contrario. Echamos a perder la comida. Veo caldillos de congrio a los que le ponen leche de coco, jengibre, y todo el poema de Pablo Neruda, la oda, se va a la cresta. Entonces, creámonos buenos los chilenos y apoyémonos. 

 

«Acá cualquiera que viene lo inflan porque es extranjero. Los críticos premiaban casi todos lo años a un extranjero. Recién el año pasado ganó uno: Francisco Mandiola, como mejor chef de Chile. Se infla mucho a la gente de afuera”.

 

¿Qué es lo mejor de estos programas y qué deben mejorar?

 

 “Les falta más adaptación al chileno. Uno en MasterChef aprende poco. Ve más embarradas que aprendizaje. En los programas de cocina, la gente miraba porque producíamos hambre y se iba a comer al refrigerador. Me han dicho ‘oiga, Don Coco, vi su programa y me dio un hambre y me fui a comer. Mire que estoy gordo. Me levanté como a las una de la mañana a comer’. Eso no se ve en MasterChef. ¿Y qué se puede aprender de la gente que ni conoce los pescados, mariscos y otras cosas?.

 

 «Lo bueno es que la cocina está de nuevo en horario estelar, lo que potencia a los jóvenes a que se incentiven a estudiar o seguir estudiando cocina”.