La terrible enfermedad que mortifica a Yeruba
En los libros de historia de la televisión chilena Pepe Yeruba tiene su espacio. Estuvo 12 años acompañando, como una especie de coanimador, a Don Francisco en Sábados Gigantes. Se hizo muy popular hasta que, en 1991, fue despedido.
Yeruba siempre ha asegurado que nunca le explicaron muy bien por qué, que le inventaron una serie de rumores –desde cuestiones políticas, que produjo una película porno-. Además, se queja que Don Francisco le dio la espalda.
Ahora Yeruba sorprendió con su reaparición contando la terrible enfermedad que sufre. Fue entrevistado por Carola Brethauer en Sin Dios Ni Late, de Zona Latina. A los 69 años, tiene el pelo completamente blanco y el rostro de una persona que tiene los dolores que él padece. Este fue parte de su testimonio:
“Yo soy diabético y soy hipertenso. Sin embargo, la parte mía del Pepito que tú adviertes aquí, que ha advertido a la gente en sus casas, del tipo que es simpático, que es alegre, ese soy yo, la energía que yo tengo.
«Desgraciadamente se me ha ido por allí, por la diabetes, porque me agarré una neuropatía diabética, que es una enfermedad parecida al cáncer, porque no tiene solución, y la única solución que tiene es la que me dio un día, me la dijo un doctor, que yo me atiendo aquí, en una clínica en Santiago, Hugo Martínez Flanner; y mi gran amigo allá en San Bernardo, mi médico de cabecera, Osvaldo Trujillo. Y digo los nombres para que vean que mi cerebro funciona tan bien como cuando yo cantaba, pero eso lo voy a decir después.
“Fijaté que me dijo: ‘¿Sabes lo que hay que hacer contigo? Abrirte la columna vertebral e implantarte en la médula un aparatito que es de este porte, ¡en la médula espinal! Para que tú, a través de un control remoto extremo, puedas manejar tus dolencias’.
“Tengo que vivir el resto de mi vida, como ya la estoy viviendo. Con dolores muy intensos, que no son un rato, son las 24 horas del día. Pero a mí no me la va a ganar, fijaté, porque yo sé que no me voy a abrir mi columna, porque no me dan garantías. Martínez no me dice: ‘Oye, vai a quedar impecable’. No me dan garantías de salir caminando de la clínica, o de salir en silla de ruedas, y no me quiero exponer a ello. Y de seguir mi alegría, de seguir mi forma de ser.
“Yo creo que no me voy a operar. Primero, porque la operación cuesta 16 millones de pesos, que es lo que ganan los chicos de la orquesta, más o menos (bromea). ¡Y son 16 millones de pesos! ¡No, no los tengo! ¡Quién los tiene a esta hora! Y que se meta la mano al bolsillo… Sí, yo sé quién los tiene… Mi gran amigo Farkas, a quien le mandó un gran saludo, porque por Dios que ha sido hombre, y generoso; yo no lo conozco, no lo puedo decir.
“No lo sé. Vamos a ver (si es que se opera, en caso de conseguir el dinero). Tendría que hablar con Osvaldo Trujillo, que es mi neurólogo, y con mi neurocirujano. Sí, pero la vida uno lo puede resolver de otra forma. Esta vida tiene otra vida, y yo creo firmemente en ello, como creo en Dios”.