La soledad de Adriana Barrientos en cuarentena: «Es complicado no tener con quien hablar, con quien compartir… Yo me enfermo y no tengo quien me haga un plato de comida»
“Se ha hecho para mí súper complicado, porque yo vivo sola, comparto mi casa con mi perrita, y es complicado no tener con quien hablar, con quien compartir. De repente la gente dice ‘pucha, yo hubiera preferido estar sola’. Uf, hay que vivirlo»,
Esta es parte de la reflexión que hizo Adriana Barrientos sobre estos tiempos de cuarentena frente a la pandemia de covid-19.
La modelo de 40 años se contactó, hace más de un par de semanas, con el espacio que el periodista Hugo Valencia transmite en vivo a través e su instagram.
Durante la conversación Barrientos se refirió a episodios de su carrera, a sus iniciativas con las que trata de aportar y a su cuarentena, entre otros asuntos.
En cuanto al encierro, la figura televisiva reflexionó habló de su soledad:
“Igual agradezco. Yo sé que hay muchas personas que están en una situación más complicada que estar sola. Hay gente que no tiene para comer, entonces desde ese punto de vista me siento una privilegiada.
“Por lo mismo me puse la camiseta y estoy tratando de ayudar a la gente, desde mi soledad, desde mi nada que hacer, aprovechar el tiempo y poder ayudar desde mi situación privilegiada. Uno ya con tener techo, salud y comida estás al otro lado, no le puedes pedir nada más a la vida”
Hugo Valencia: «¿Pero para ti qué ha sido lo más complicado? Independiente de que lo está ocurriendo afuera, que sabemos que es muy difícil”
Adriana Barrientos: «La angustia de no saber si te vas a enfermar o no, la angustia de pensar ¿qué pasa con mi condición de salud en el caso que me llegara a tocar una cosa tan terrible como el coronavirus?
“Te replanteas todo en la vida. Es súper complicado, me empiezo a cuestionar cosas, ‘pucha, ¿por qué no hice una familia y así estaría acompañada?’. Yo me enfermo y no tengo quien me haga un plato de comida.
“Te cuestionas muchas cosas, es difícil, la incertidumbre, ¿qué va a pasar mañana?, ¿volveremos a tener la misma vida?”
Valencia: «Que heavy lo que tocaste, replantearte tu situación sentimental, que no estás acompañada hoy. ¿Es algo que te recriminas?”
Barrientos: «Ahora en cuarentena claro que sí. Yo miro al edificio que está ahí al frente y todo el mundo está de a dos. Aunque uno quiera esconder su soledad y su pena, uno mira y dice ‘pucha, todas las familias mínimo son dos’.
“Reclamaba yo porque tengo solo cinco permisos a la semana para poder sacar a pasear a mi mascota. ¿Qué hago los otros dos días? Y claro, está pensando en que en todas las casas viven dos personas. Si viven dos son diez permisos y la mascota está todos los días cubierta para salir.
“Ahí se torna súper complicado. Hasta en cosas tan simples, como el paseo del perrito como que te refriegan en la cara la soledad”
Valencia: “¿Pero tú estás soltera?”
Barrientos: “Sí, 100%, no es que tenga por ahí un pinche, nada. Oficialmente hace dos años. Y ni siquiera estaba en el plan de conocer a alguien, nada. Simplemente estaba cambiando el giro de mi trabajo a hacer charlas motivacionales para niñas en riesgo social, como también las clases de modelaje que hago en Lo Espejo”
Valencia: “Y en esto de la soledad, ¿qué reflexión has tomado?”
Barrientos: “Yo creo que simplemente las cosas no se dieron. Quizás yo nunca estuve tan convencida de la necesidad de formar una familia. Como que me independicé tan chica, que en el fondo siento que en todas las cosas yo siempre puedo sola y no vi la otra parte, el apoyo emocional, la contención.
“Nunca me di cuenta de lo importante que era cuando tienes pena, abres la puerta de tu casa y lo único que tienes para abrazar es tu almohada. Eso me pasó ya en octubre, cuando fue el estallido social, comenzó esta inquietud y me di cuenta que la vida está hecha para estar de dos.
“Las casas están hechas para estar de a dos, no están hechas para estar de a uno. En mi dormitorio cabemos dos. No hay ninguna casa donde haya un sillón para una persona, siempre el sillón que pones en el living es dos cuerpos. Los comedores jamás se han vendido con una silla.
“Y ahí te das cuenta que, pucha, quizás la embarré en algún momento. Por algo Dios nos hizo en pareja”.