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Francisca Ayala y Hotuiti Teato en Rapa Nui en una foto compartida por ella en septiembre de 2019 en su instagram @franciscaayalaf

La «promesa» y la historia por la cual Francisca Ayala se instaló en Isla de Pascua junto a su marido Hotuiti Teao y su hijo menor

Autor: Equipo Glamorama / 16 junio, 2020

Hace un mes Francisca Ayala conversó con Angélica Castro sobre la cuarentena que lleva junto a su marido Hotuiti Teao y su hijor menor en Rapa Nui.

En el contacto con el espacio que la animadora emite en vivo a través de instagram, la comunicadora y deportista se refirió también a como extraña a su hijo mayor, quien vive el encierro en Santiago y al por qué se instalaron en la isla en familia, en 2017. Este fue su relato sobre este último punto:

Francisca Ayala: “Cuando llegamos acá a la isla, porque solamente hay un colegio, que es un colegio público, un liceo, donde van todos los niños y es muy bonito, porque enseñan la lengua Rapa Nui y todo. Pero me di cuenta que estamos a años luz de lo que realmente la educación es. Y no es porque los profesores sean malos, por ningún motivo, sino que es porque la estructura de educación ya está obsoleta para los niños de hoy.

“Los niños están absolutamente estresados, tienen mucha presión académica, y muchas veces ni en la vida aplicas lo que vas aprendiendo. Tú necesitas otro tipo de aprendizaje, valores, llegar a una vida empoderada, una vida donde puedas decidir lo bueno y lo malo.

«Eso es lo que los niños necesitan hoy. No pueden estar sentados todo el día mirando un televisor, donde muchas veces estás cansado, porque tienes que lidiar con 40 niños.

“Y dije ‘¿por qué acá no hay un lugar donde los niños puedan estar más libres?’. Y ahí se me ocurrió la idea. Arrendé una casa muy bonita, libre, donde hay puras casitas de gente Rapa Nui, y dije ‘voy a poner un colegio libre, un Montessori’.

«Traje profesoras del continente, muy metidas en la metodología, apoyada por una fundación de Finlanda, y tenemos niños libres, con disciplina positiva, donde muchas veces la gente confunde un poco y piensan que estos lugares los niños no estudian. Muy por el contrario. A nosotros nos importa que tengan estas ganas de educarse.

“Esa es la herramienta principal del Montessori, donde tú le expones una gran cantidad de materiales al niño para que él pueda desarrollarse. Aquí a mis niños no se les coloca nota. Acá nadie tiene un 7, un 5 o un 4, sino que a fin de año dan un examen libre, lo que nos dice el ministerio, y el niño se caracteriza por otro tipo de cosas. Y es bilingüe.

“La educación es complicada, y muchas veces poco valorada. Entiendo bien ahora a los profesores de muchas cosas y los aplaudo. Y también los saco adelante acá, en la isla.

«Acá fue un poco difícil entrar en esa metodología, porque no se entiende mucho y ha habido una educación más tradicional. Allá en Santiago hay más alternativas, se entiende un poco más. Y lo hemos hecho lo mejor posible. Ya es nuestro segundo año y estamos súper contentos”

Angélica Castro: “¿Y cómo fue irte a vivir para allá? Porque conozco Isla de Pascua, muero por Isla de Pascua, pero tomar una decisión de decir ‘me voy a vivir a la isla’, ¿cómo fue para ti ese momento?”

Ayala: “Fue muy de golpe, porque fue una promesa el por qué estoy acá. Mi marido le prometió a su abuela que iba a levantar este lugar donde recibía turistas hace muchos años. Es una casa Rapa Nui que está en la avenida principal. Es una casa de cuatro dormitorios solamente, con un lobby gigante, y como son las casas acá, con mucho verde y mucho jardín.

“Ella le dijo que él tenía que ser la persona que levantara todo esto antes de que ella falleciera. Y él se lo prometió. Pero nunca pensó que su abuela se iba a morir ese mismo año.

«Entonces, cuando falleció, tomamos la decisión de venir a cumplir la promesa. Dijimos ‘si la vamos a hacer, hagámosla bien’. Hicimos un hotel lindo, maravilloso, donde toda la gente quiera venir. Nosotros somos número dos acá en la isla, después del Explora, así que estamos muy contentos con lo que hemos logrado.

“Ha sido un trabajo muy arduo, porque acá no hay nada para poder hacer las cosas. Todo se tiene que traer del continente. Los barcos, la estadística, la estrategia, todo es muy complicado. Pero cuando se logra, tiene un sabor mucho más rico, eso de familia. Y lo estamos haciendo en familia.

«Muchas veces viene mi hijo para acá y nos ayuda. Mi hijo más pequeño y amigos que hemos hecho acá en la isla, muy buena gente que nos ha apoyado”.