Cristián de la Fuente: «Las cosas económicas van y vienen, he tenido varias cosas, después las he vendido… He vendido autos, cualquiera cosa, me da lo mismo»
«Supongamos que ganas diez pesos durante un año por una película, una serie. Entonces tú dices ‘vivo con siete y voy a guardar tres’, pero después estás uno o dos años sin ganar nada, entonces no te alcanza para vivir y tienes que empezar a hacer magia», dice Cristián de la Fuente hablando de sus finanzas como actor.
El rostro de 46 años que ha hecho películas y series en Hollywood y obtuvo el tercer puesto del popular espacio estadounidense Dancing With The Stars se comunicó hace un mes con el programa que Martín Cárcamo emite en vivo por su instagram.
De la Fuente se refirió a temas diversos como su carrera, su hija de 16 años o su visión de las dietas. “Las dietas son todas mentira. Todos los we… que te quieran vender una dieta son todas mentira”, dijo.
También entregó un relato sobre cómo la terapia lo ha ayudado a superar situaciones de vida complicadas. “Yo vivo en constante terapia…. Esto de tener que demostrarme que soy bueno viene de ser el hijo de la amante de mi papá”, afirmó.
En tanto, el actor que este año dejó Estados Unidos y se instaló con su familia en su casa en Vichuquén reflexionó sobre como maneja sus finanzas:
“Primero no gastar más de lo que ganas, pero hay un punto, supongamos que ganas diez pesos durante un año por una película, una serie. Entonces tú dices ‘vivo con siete y voy a guardar tres’, pero después estás uno o dos años sin ganar nada, entonces no te alcanza para vivir y tienes que empezar a hacer magia.
“Obviamente dentro de eso yo he tenido que vender. Tenía una casa en Los Ángeles y la tuve que vender y me la comí, y con eso viví mientras me salía otra cosa. Después me compré una cosa en Miami, después otra cosa, después refinancié un departamento. Hubo una época en la que no tenía pega y vendí los autos. Andaba en taxi y la gente decía ‘que cool este weón que anda en taxi’. No, no era por cool, era porque no tenía auto. Después me compré el auto de nuevo.
“Entonces hay cosas que tú puedes vender y comprar y las disfrutas mientras las tienes, después las vendes y sabes que son pasajeras. Y hay otras que vas guardando y construyendo, por ejemplo, es el caso de esta casa. Esta casa sabemos que pase lo que pase no se toca. Tenemos una huerta lo suficientemente grande para vivir de lechugas y, pucha, seremos vegetarianos. No sé, me dedicaré a hacer tours acá en el lago, en la lancha, ‘miren, esta es la casa de no sé cuánto…’ Que lo haríamos mejor que los que lo hacen acá porque siempre mienten, dicen que es la casa de… y es mentira.
“O no sé, yo soy piloto, puedo viajar y hago ‘Air Vichuquén’ y llevo gente de Vichuquén para acá en shorts y chalas. Me da lo mismo, yo creo que uno se puede reinventar y hacer un millón de cosas al final del día. Las cosas económicas van y vienen, he tenido varias cosas, después las he vendido.
“He vendido de todo, de repente cuadros que alguien me ha dicho ‘te lo compro’ y se lo vendo porque esa plata la necesito. He vendido autos, cualquiera cosa, me da lo mismo. Pero hay cosas que son tuyas, que son tus tesoros, que es el caso de esta casa donde nosotros nos queremos morir. Pero el resto todo se vende, todo.
“Yo no soy bueno para ahorrar, hay actores que son más ahorrativos, que guardan la plata en cuentas corrientes y compran fondos mutuos para el mañana. Yo no creo mucho en el mañana porque la vida me demostró que el mañana no existe, que nosotros somos la respuesta de nuestro pasado.
“Los papás de la Angélica juntaron plata para hacerse una casa y dijeron ‘vamos a viajar cuando terminemos la casa’. Terminaron la casa, se murieron y nunca viajaron. Mi papá se murió cuando yo tenía 22 años. Entonces no es que sea la forma correcta de hacerla, pero si yo tengo diez pesos, en vez de guardarlos, yo con eso me compro un auto que me gusta manejar y si después necesito lo vendo, pero lo disfruté.
“No me generaron plata, es verdad. No fue el mejor negocio, es verdad. Pero disfrute el auto. Tengo vecinos acá que se retiran y se compran los medios botes cuando no pueden ni esquiar. ¿Para qué tienes una lancha si no puedes esquiar?, ¿para que la disfrute el pololo de tu hija? No poh, quiero disfrutarla yo.
“Yo trato de vivir la vida sin ser irresponsable, pero yo estoy en el lado más de la irresponsabilidad que de la responsabilidad. Una vez un amigo me hizo un análisis de cómo esta casa era el peor negocio del mundo. Me dice ‘tienes una casa que vale diez, tienes un costo hundido horrible, la casa la usas un mes al año. Entonces si con esos diez compras otra cosa que te genere tanta plata al mes porque la arriendas, vas a Vichuquén y te arriendas la casa que quieres por uno al mes’.
“Le dije ‘tienes toda la razón, pero mi hija no va a vivir en una casa donde esté la impresión de sus manos, no va a tener una casa a la que ella llama su hogar y no va a tener momentos que no se le van a olvidar nunca. Porque al final del día, ¿de qué te sirve esa casa que te genera renta? Si mejor muérete con sensaciones que te hicieron feliz.
«La Laura tiene historias de todos los Años Nuevos desde que nació en esta casa. Viene todos los veranos, entonces tiene historias que valen menos económicamente, pero yo prefiero que mi hija sea feliz en historias y no en plata”.