«Me llegaba a ver falso de lo bien. Y dije ‘en Estados Unidos la rompo. En Chile no me aprovecharon’. Y llegué a un casting…», recuerda Arturo Longton
«Llegué al departamento, apagué el contestador, comiendo chocolates como animal. Y en la noche salía a trotar. Siempre hacía lo mismo. Y tenía como quinientos mil mensajes de mi mamá, mi papá, que ‘contesta’. Y esa pega la perdí”.
De esta manera concluyó la historia que contó Arturo Longton sobre el viaje que hizo a Estados Unidos en septiembre de 2001 en búsqueda de oportunidades laborales.
Este fue el relato que hizo el ex chico reality de 43 años -quien actualmente participa en la tercera temporada de El Discípulo del Chef-, invitado a un espacio que realizan Pancho Saavedra, Jorge Zabaleta y Pedro Ruminot en YouTube:
Pancho Saavedra: “Para todos esos que decían que no le habías trabajado un peso a nadie, fíjate que estuviste trabajando en Estados Unidos, en la construcción”
Arturo Longton: “Sí poh, trabajé en discoteque. Me fui para la época de las Torres. Tenía los pasajes comprados y se caen las Torres Gemelas. Qué mala raja. Yo los tenía para el 24 de septiembre. Así que en la casa me decían ‘no te podí ir’. Me fui igual.
“Allá trabajé en discoteques, de bartender, construcción. Pero lo más divertido es que llegué a trabajar como modelo. Tenía 21 años. Llegué en mi mejor momento físico, rajado entero, recién ciclado”
Saavedra: “Explica lo que es ‘ciclado’”
Longton: “Me llegaba a ver falso de lo bien. Me hice un book y dije ‘en Estados Unidos la rompo. Este es mi mercado. En Chile no me aprovecharon’. Y llegué a un casting, a la semana de haber llegado a Estados Unidos, y ná que ver.
“Llegué engominado, con terno, una camisa roja, y me encuentro en la fila a puros ingleses de dos metros, hippies, caras cuadradas, unas fachas, y dije ‘estoy puro webiando’. Y yo quemado, con terno, con un book ordinario, y estos flacos, altos, dije ‘no, chao, no me van a pescar’, y me fui”
Saavedra: “Te fuiste a la construcción”
Longton: “A comer chocolates, porque me vino una ansiedad. Chao calugas. Dije ‘ya, ¿qué hago ahora?’. Y ahí partí en una discoteque en estas fiestas que hacen los gringos, que parten temprano, duran todo el día. Ahí trabajaba como tres veces a la semana. Hasta que se cortó eso.
“Y me conseguí pega en construcción con un amigo de mi abuelo. Trabajé directamente con él, en Brooklyn, en un reformatorio para cabros de color. Le cambiábamos las puertas de madera por puertas metálicas, para que no se escaparan. Y lo pasé la raja. Como era fanático de Tyson, del hip hop, amo Estados Unidos, siempre he tenido esa cultura y me sé todo lo de los gringos, y me hice amigo de ellos.
“Quedó la cagá, porque le pasé las llaves a uno de los negros que me hice amigo, y el weón se escapó. Lo pillaron. Me encararon a mí con el jefe del lugar, con mi jefe, e intentaron que él me delatara. Y el compadre leal hasta el final. Nunca dijo que yo le di la llave.
“Y me empezó a bajar como la depre, no por eso. Y un día no sabía cómo renunciar a la pega, no sabía cómo encarar esa situación, porque se había portado muy bien el jefe conmigo. Me había aguantado todo y me apañó en esa. ‘¿Sabí qué? Voy a ser lo que yo sé hacer’. Y dije ‘voy al baño’, y me fui”
Pedro Ruminot: “¿A Chile?”
Longton: “No poh, a comprarme unos KitKat, Snickers, Subway, lo tomé y llegué al departamento, apagué el contestador, comiendo chocolates como animal. Y en la noche salía a trotar. Siempre hacía lo mismo. Y tenía como quinientos mil mensajes de él, de mi mamá, mi papá, que ‘contesta’. Y esa pega la perdí”.