«Cuando yo le digo a este compadre ‘¡párala! ¡No me pegues más!’, (su hija) se convierte en una vikinga. Y solo escucho ‘¡deja a mi mamá, conche…!'», relata Carolina Arregui sobre encerrona en 2017
«De repente se chanta un auto al lado mío y se bajan cuatro tipos. Fue del terror. Una pesadilla de las peores que ustedes se pueden imaginar», afirma Carolina Arregui sobre la encerrona que sufrió en 2017 mientras manejaba junto a su hija menor, María Jesús Sothers, de 22 años.
Este fue el relato de la actriz en Podemos Hablar, en Chilevisión:
“Era de noche. Estábamos en la casa con la María Jesús, mi hija más chiquitita, y la Mayte. La Mayte estaba viviendo en otro lugar. Entonces decidió irse la Mayte. ‘Chao, buenas noches los pastores’.
«Y de repente suena el teléfono. Habla la María Jesús. Y la Mayte le dice ‘Jesu, parece que atropellé un gatito. ¿Por favor podrías ir a ver si acaso le pasó algo a ese animalito? Para poder llevarlo a un veterinario o hacer algo’. La Mayte realmente estaba súper angustiada.
“Eran como las doce de la noche. Y viene la Jesu y me dice ‘por favor, mamá, volvamos. Vamos a ver si acaso…’. ‘No mijita, ¿a esta hora? Es súper peligroso’. El lugar donde nosotros vivimos, Américo Vespucio, que es una locura. ‘Bueno, ya, si tú no quieres ir, voy en bicicleta’. ‘No, en bicicleta… Ya, bueno, te apaño. Vamos a ver si está el famoso gatito’.
“Fuimos. Yo bajé el vidrio. La Jesusita por el otro lado también mirando. Yo estaba haciendo un FaceTime con la Mayte. ‘¿Este era el lugar?’, y le mostraba. ‘No se ve nada…’ Y de repente se chanta un auto al lado mío y se bajan cuatro tipos. Fue del terror. Una pesadilla de las peores que ustedes se pueden imaginar.
“Estábamos haciendo una teleserie, Buena Profe, hace harto tiempo… Me acuerdo porque al día siguiente teníamos el estreno. Y olvídate en las condiciones que llegamos.
“Se baja un tipo, me quita el celular. El tipo abre la puerta, me saca. Andaba con manopla. Me empieza a dar cachuchazos en la cabeza.
“El otro tipo estaba sapeando, y el otro adentro del auto. La Jesu cacha esta cuestión. Lo primero que hace es que atina a arrancarse. Sale cascando. Cuando yo le empiezo a decir a este compadre ‘weón, ya, ¡párala! ¡No me pegues más!’, la Jesu se convierte en una vikinga.
«Y solo escucho ruidos guturales. ‘¡Deja a mi mamá, conche…!’ Se deformó. Agarró al cabro, que se estaba instalando para llevarse el auto, y le saca lo que se llama la cresta y media. No me preguntes, son esas fuerzas que ocurren.
“O sea, ella escuchó que a la mamá le estaban sacando la cresta y dijo ‘no, esta cuestión no la puedo dejar botada’.
“Partió. Se agarraron entre todos. Y se escuchó que venía un auto atrás. Y yo creo que estos tipos se demoran como un tiempo limitado, si la cuestión no te resulta, chao.
“Nunca me voy a olvidar de la cara de mi Jesu. Ella no sentía, pero yo veía cómo el tipo le estaba sacando la cresta. Fue una cosa de una violencia terrible.
“No me preguntes cómo, pero al final el tipo se bajó del auto, fue a rescatar a este otro, lo subió arriba del vehículo donde ellos andaban y rajaron.
“Nos fuimos para la casa. La Jesu lo primero que hace es agarrar el teléfono, bloquear los teléfonos nuestros. Y de repente, pum, aparece la Mayte. Dice ‘pero mamá, ¿qué es lo que les pasó?’. Le contamos brevemente. Yo estaba como un pollo. Y me dice ‘pucha, ya, qué lata todo. ¿Pero al gatito le pasó algo…?’ La quería matar”.