Glamorama
Kenita Larraín e Iván Zamorano en una foto tomada durante los días en que eran una pareja feliz. FOTO: ARCHIVO COPESA

El peor Día de los Enamorados: los secretos, millones y récords a 20 años del plantón de Kenita a Iván Zamorano frente al altar

Autor: Cristián Farías R. / 14 febrero, 2024

“¡No me caso!”, gritó Kenita entre las cuatro paredes de su confortable departamento frente a un Iván Zamorano que de la furia y los garabatos pasó a las lágrimas. Y el “Pichichi” agarró tres pilchas que metió a un bolsito y salió raudo, convencido de que la reina de la prensa del corazón se arrepentiría durante la semana que faltaba para la “boda del siglo”. El casamiento de 240 millones de pesos, de cuento de hadas, de realeza farandulera, que se celebraría el 14 de febrero de 2004 y se convertiría en el peor Día de los Enamorados que nunca jamás haya imaginado el futbolista del Inter y el Real Madrid.

Al día siguiente la “rubia de los ojos celestes”, ex de Enrique Iglesias y Sebastián Rozental, se desahogó por Messenger con otro ex, el tenista español Carlos Moyá, que le ofreció consuelo y pasajes para Palma de Mallorca. Para allá partió y solo volvió “para dar la cara” el día de la firma por el civil, cuando Zamorano aún tenía esperanzas y los preparativos para el matrimonio “de gala”, “de princesa”, “todo en tono pastel”, seguían.

La novia fugitiva regresó y repitió su no. Y ahí quedaron los mil 300 metros cuadrados de jardines del Palacio Cousiño, recién podados para la fiesta y cubiertos por una carpa de diez metros de altura arrendada por $ 7 millones. Había 50 mesas metálicas emperifolladas con manteles crema y arreglos florales silvestres donde el banquetero Pablo Montt serviría un menú de delicatessen a poco más de $ 52 mil por comensal.

Se arrendaron baños químicos de lujo con espejos iluminados, secador de mano y cadena, y cientos de metros de tela negra para cubrir las rejas del recinto declarado monumento histórico.

La orquesta Intermezzo ya ensayaba clásicos pop “adulto joven” ochenteros y cumbias selectas para hacer bailar a los 450 invitados confirmados de una lista de 700 que incluía a Giorgio Armani, Alejandro Sanz, Ronaldo y otros “vip” del jet set que se habían excusado por diversas razones. Mientras que Luis Jara, Alvaro Salas, Jordi Castell y Douglas estaban con el look listo.

Una de las productoras del mega evento contó que se hizo un casting para elegir a los jóvenes de metro 80 de estatura que escoltarían a Larraín en su llegada a la Iglesia Los Sacramentinos para la ceremonia religiosa, envuelta en el vestido que había traído de Europa. Frente al altar estaría Zamorano esperándola en un diseño hecho a medida en la sastrería Rubinstein, la misma del infame traje blanco del casamiento de Marcelo “Chino” Ríos con Giuliana Sotela.

Allí Kenita caminaría sobre una alfombra roja granate entre bouquets de miles de rosas ecuatorianas por un valor de $ 7 millones y rozando una tarima dispuesta especialmente para los medios de comunicación, tipo red carpet en el canal E! o revista ¡Hola!

Y nada fue. 48 horas antes del Día de los Enamorados de 2004 la prensa en pleno estaba en guardia frente al edificio de Martín de Zamora donde la pareja vivió su amor y quiebre, esperando la boda civil. De pronto todo se paralizó. Lo anunció la radio, luego los portales, las agencias, la televisión y La Segunda. El matrimonio se había cancelado.

Ni la balacera de Eliseo Salazar y Raquel Argandoña en la casa lila de los años ’80. Tampoco el casamiento de Cecilia Bolocco y Carlos Menem comiendo locro en La Rioja concentraron tal atención. Fue tema país.

SQP hizo explotar el rating. Los programas llegaron a marcar 30 o más puntos de audiencia y hubo diarios que vendieron más de 250 mil ejemplares. Con teorías sobre infidelidad y amor por interés, o Italo Passalacqua que puso en duda la sexualidad del novio, los récords de interés y ventas se mantuvieron.

Los protagonistas estaban destrozados. El hombre que poco antes había declarado “te amo tanto, que cuando estás ausente no encuentro solución para mi respiración” llegó hasta la Clínica Alemana víctima de un shock nervioso. Y a su ex, que lo fue a ver pero no la dejaron entrar, le bajaron las defensas y sufrió una amigdalitis purulenta que la mantuvo en cama y con tratamiento por varios días.

Aun así, Kenita fue la primera en sacar la voz. El 13 de febrero llamó al matinal de Canal 13, donde lloró, lloró y lloró. Y dijo que, a pesar de todo, aún había amor…

*Esta crónica fue publicada originalmente en febrero de 2019.