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El año en que murió la farándula mala onda y resucitó convertida en «los mejor y peor vestidos»

Autor: admin_copesa / 2 enero, 2015

Ya era mucho. Una rubia inflamable besaba para las cámaras al hijo escolar de Raquel Argandoña y después prometía, juraba, que había sido amor de verdad. La doctora Cordero tildó de «indio horroroso» a Alexis Sánchez, nuestro «niño maravilla», símbolo patrio, más que Batman y Robin juntos.

 

Pancha Merino con pataleta llamó «carita de nana» a la premiada rapera Anita Tijoux. «¡Pooobre!», remató. Y cuando los programas se llenaron del tongo barato, la mala onda a destajo, «geishas» a puro garabato, «abuelas» desbocadas y argentinos bolseros, fue tiempo de parar. Y paró.

 

La farándula televisiva del cahuín inventado y los opinólogos asesinos murió. Los ratings cayeron. Llovieron las denuncias al Consejo de Televisión. Un oscuro manto cubrió los paneles de aparecidos. Hubo despidos.

 

A Raquel Argandoña no le quedó otra que gastar sus días en dietas y cortes de pelo, lejos de pantalla. Pamela Díaz ya no tuvo a quien cachetear, la ex «conejita» Roxana Muñoz terminó atendiendo una botillería y Adriana Barrientos defiende a golpes su preciada carterita Hermès, símbolo de tiempos mejores.

 

Varios programas se derrumbaron y hasta Paty Maldonado y Kenita Larraín aseguraron que ellas nunca jamás fueron faranduleras, que se vieron obligadas y que rico buena onda que las cosas vuelvan a su lugar.

 

«Echo de menos los buenos programas que se hacían, porque la farándula de hoy está fome. Y el culpable es el Consejo Nacional de Televisión, donde ahora cualquiera puede mandar un mail por algo que le ofendió”, se lamenta Pamela. «Si hay alguien que está contenta con que se termine la farándula soy yo», celebró Maldonado. “Nunca me sentí parte de esta moda, siento que yo pertenezco a la parte de ‘espectáculos'», confesó Kenita.

 

Ahora la lleva el comentario de moda, con un ejército de malos imitadores de Joan Rivers diseminados por programas de mañana, tarde y noche que juran que las alfombras rojas de Primer Plano o el Festival de Viña son como los Oscar o los Globos de Oro. Asesinan a Ivette Vergara porque se puso medias con sandalias, «oh, my God»; o porque la Rancherita llegó con unos jeans levanta curvas al Copihue de Oro.