Glamorama
La doctora Cordero y Pamela Jiles frente a frente a Primer Plano. IMAGEN TOMADA DE PANTALLA / CHILEVISION

El violento round de Pamela Jiles y la doctora Cordero!

Autor: Cristián Farías Ravanal / 21 agosto, 2016

«¡Aquí te quería tener pues, María Luisa! Frente a frente», le dijo Pamela Jiles a María Luisa Cordero, comenzando un par de horas en que la polémica doctora vivió un duro ajuste de cuentas en Primer Plano. Porque la siquiatra tenía asuntos pendientes con las tres mujeres del programa de farándula de Chilevisión –MIRE AQUI EL VIDEO-.

Francisca García-Huidobro contó que, en alguna ocasión, María Luisa la dejó casi como una alcohólica, ya que aseguró que se tomaba tres botella de champaña al día. Claudia Schmitd le enrostró que cuando estaba en el reality Mundos Opuestos 2 la doctora habló de ella y sus hijos. Y en 2013 la polémica comentarista de 73 años puso en duda la sensible confesión que hizo Pamela Jiles, quien contó que perdió el hijo que esperaba con su pareja, el periodista Pablo Maltés.

Además, en 2003 Cordero llevó a tribunales en CHV por grabar imágenes con cámaras ocultas en su consulta y luego mostrarlas en En la Mira, en el famoso caso de las licencias supuestamente fraudulentas.

El viernes la siquiatra se fue a meter a la boca de los leones. Schmitd la llamó «bruta» y estuvo todo el capítulo muy molesta, porque la entrevistada no le contestaba, o le respondía con pesadeces. García-Huidobro tuvo su round personal con la invitada. Pero fue Pamela Jiles la más ruda, tratándola de amoral, afirmando que estaba al borde de la demencia senil y sugiriéndole que se lavara la boca «con Sapolio», entre otras menudencias.

Julio César Rodríguez estaba muy nervioso y trataba de moderar el trato hacia María Luisa, porque la conoce desde hace años. Ella es panelista desde un buen tiempo del late Síganme Los Buenos, que J.C. presenta en la señal ViveTV. El periodista le tiene una especial consideración y ella reconoce que él es quien mejor la sabe llevar en pantalla.

El Primer Plano partieron repasando una buena parte de los dichos de María Luisa en contra de famosos personajes del espectáculo, la farándula y el deporte, efectuados principalmente en el matinal de Canal 13. Desde sus comentarios sobre la hija de entonces once años de Pamela Díaz, que en 2012 le costó un multa de $ 6 millones a Bienvenidos; al infame episodio de 2014, cuando llamó “indio horroroso” a Alexis Sánchez, y “horroroso, penca y engreído” a Arturo Vidal, lo que causó otra multa al canal de Inés Matte Urrejola y el despido de Cordero del matinal.

Ella contestó que se arrepiente de todo y dio diversas explicaciones a sus ofensivos comentarios. “Se me pasa la mano”, “meto la pata”, “yo nací asfixiada y se me quemó el hemisferio de la prudencia. ¡No tengo prudencia!”, afirmó.

El ambiente fue tenso y agresivo. «¡Lo estamos pasando súper bien!» y «hace tiempo que no tratábamos tan bien a alguien», fueron algunas de las ironía de J. C. Rodríguez. Mientras que en Twitter Primer Plano fue, por lejos, el tema más comentado de la noche. Los usuarios de la red social opinaron que Cordero ganó el round y, manifestaron, a través de una rápida encuesta, que les gustaría que se sumara al panel del estelar de farándula.

Esto fue parte de la pelea con Pamela Jiles:

Pamela Jiles: «Yo quiero empezar diciendo que ¡aquí te quería tener pues, María Luisa! Frente a frente. Y que además, como soy una periodista seria, en reunión de pauta anuncié que ibas a llegar transformada en una abuelita amorosa. Esta expectación respecto de tu presencia en Chilevisión, después de todo lo que ha ocurrido, de todo lo que ha pasado, de toda el agua corrida bajo el puente, íbamos a tener aquí a una señora que le ponen ahí ‘¡Dra Cordero sin filtro!’, pero resulta que ibas a estar transformada en una abuelita amorosa, arrepentida de la mayoría de los dichos.

«Probablemente sacando bufanditas de regalo, tejidas en tus ratos de ocio con una lanita, u otros regalitos. Y resulta que detrás de eso, María Luisa, lo que a mí me interesa conversar, que es lo que importa, y es que yo veo que hay un procedimiento aquí. Hay un modus operadi, que es utilizar la tribuna pública, incluso para hacer venganzas personales. Utilizaste en al menos una oportunidad la televisión para hacer venganza personal. Para insultar gente, denostar, y luego tenemos una abuelita amorosa.

«Entonces, una de dos: Dices que no eres opinóloga. O eres una muy inconsistente opinóloga, incapaz de mantener tus dichos públicos. O eres una pésima doctora, porque tienes esas dos calidades cuando conviene. Quiero saber si, efectivamente, estás arrepentida de tus dichos. Y si no estás arrepentida, me gustaría que lo sostengas públicamente, como corresponde a una persona inteligente e informada».

María Luisa Cordero: «Yo sí estoy arrepentida, porque los únicos que no se arrepienten son los imbéciles, y yo no me considero una persona imbécil»

Jiles: «Es falso eso, es una falacia. Uno se arrepiente de algo cuando ha sido responsable al emitir esos juicios. Es muy fácil instalarse en una tribuna como la televisión, salpicar mierda para todo lados y despues decir ‘¡ay, es que no sé lo que me pasó! No supe lo que dije’. ¡Por favor! Yo pido de una persona como tú…»

Cordero: «¡¿Que yo diga lo que tú quieres escuchar?! ¡Siéntate que te van a salir várices!»

Jiles: «¡Consistencia pido! Pido la capacidad de sostener lo que has dicho supongo que responsablemente, porque o sino tendríamos que llegar a la conclusión de que has dicho todo irresponsablemente»

Cordero: «Por ahí a lo mejor es»

Jiles: «¡Ah! Qué bueno, estamos llegando a una interesante conclusión… Pero es que aquí hay una nueva inconsistencia María Luisa…»

Cordero: «¡Ay, Dios mio!»

Jiles: «Yo, personalmente, la he defendido a usted…»

Cordero: «¡Muchas gracias!»

Jiles: «No, no no… Escuchemé, porque no la he defendido a usted, en realidad…»

Cordero: «¿Cómo? ¿Me ha defendido o no me ha defendido? ¡¿Quién es la inconsistente aquí?! ¡¿Me defendió o no me defendió?!»

Jiles: «Me refiero a la capacidad de diagnosticar. Yo he dicho a la gente que se refiere a ese aspecto suyo, que por qué usted se siente con el derecho a diagnosticar a distancia, que los diagnósticos a distancia son perfectamente lícitos»

Cordero: «Qué amorosa…»

Jiles: «Una persona que tiene la expertise, la capacidad, el estudio, para poder leer síntomas e interpretarlos, que es el diagnóstico, lo puede hacer a diez mil kilómetros de distancia y da lo mismo…»

Cordero: «Se llama telemedicina»

Jiles: «Bueno, eso, nuevamente nos encontramos con una inconsistencia de su parte. Está diciendo que no diagnostica. Y preferiría verla defendiendo eso contra viento y marea, y no transformada en la abuelita amorosa, que no le está resultando doctora Cordero. Porque ya está seriamente peleada con Claudia (Schmitd)»

Cordero: «Entre paréntesis, yo defino mi lista de enemigos, y ella no está en mi lista de enemigos… Eso es privado, privado, privado. Pero ella (Claudia Schmitd) no está… Lo que la Pamela dice es que es un pretexto y parte de mi condición de una vieja senil, demente, una abuelita, como me denomina»

Jiles: «Lo de vieja, senil, demente, lo está diciendo usted»

Cordero: «¡Yo lo estoy diciendo, pues! Yo nací asfixiada, ¿ya? ¡Aguántatelo! Y se me quemó el hemisferio de la prudencia. ¡Lo juro! ¡No tengo prudencia, chiquillas! Yo, a los siete años, en el colegio al que llegué, en Puerto Montt, llegó el intendente. ‘¿Alguien conoce a este caballero?’. Y la María Luisa Cordero, de siete años, absolutamente sin filtro: ‘Sí, señorita, el intendente de la provincia de Llanquihue, se llama fulano de tal y mi papá dice que le gusta el vino tinto porque tiene la nariz colorada»

Jiles: «Ya, doctora, pero no se repita, ¡si este cuento ya lo conocemos!»

Cordero: «¡¿Está haciendo mi biografía usted, que se las sabe todas?!»

Jiles: «No, pero ya se lo hemos escuchado como 80 veces, que se le quemó no sé qué pedazo de…»

Cordero: «Aunque la Pamela no me crea, yo tengo algunas horas en que no estoy tejiendo… Estoy escribiendo un nuevo libro y de repente me empiezo a acordar de algunas de las barbaridades que he dicho. Te lo digo absolutamente en serio. Y el cura Bergoglio, que es el Santo Padre, dijo que este era el año de la misericordia. Y la misericordia significa hacerse cargo de las miserias, y yo me he hecho cargo de mis miserias en este año, y digo ‘¿quién soy yo para andar diciendo?'»

Jiles: «Hay un problema latente aquí, que es el maltrato, sobre el cual estamos hablando, pero que además se produce in situ. Aquí hay un maltrato, por ejemplo, a Claudia (Schmitd). Aunque usted diga que no hay ninguno, que usted es una abuelita amorosa y le va a tejer una zapatitos a la hija de la Claudia… Ocurre que usted efectivamente suele atacar a mujer, y particularmente a mujeres en edad de merecer o que están en etapa fértil.

«Yo, como siquiatra amateur, tendría que decir que usted le tiene una especial pica a las mujeres atractivas, sensuales, como Claudia en este caso. Y que le producen una especial irritación. Yo tendría que diagnosticarla a usted, aparte de su demencia senil de la que vamos a hablar más adelante, que usted misma ha confesado, y tendría que decir que usted tiene una cierta sicopatía hacia mujeres atractivas y en edad fértil. ¿Estoy muy equivocada?»

Cordero: «Está muy equivocada, porque de ser cierta su tesis, señora Pamela, yo tendría envidia. Pero yo no soy amoral. La definición de sicópata es la persona que no tiene moral»

Jiles: «¡¿Y por qué la irrita tanto Claudia a usted?! ¡¿Por qué la ha agredido en dos oportunidades?!»

Cordero: «Porque me mira asi y ella es tan bonita, y me mira así como…»

Jiles: «¡Ah, es bonita! ¿Eso le molesta? ¿Que sea bonita?»

Cordero: «Sí, me molesta mucho»

Jiles: «¿ Y por qué le molesta tanto que una mujer sea bonita, doctora?»

Cordero: «Porque yo soy fea»

Jiles: «¿Y esto se debe a que usted es fea?»

Cordero: «Sí» (risas en el estudio)

Jiles: «¿Usted se autocalifica como fea?»

Cordero: «Sí, feona, feona…»

Jiles: «¿Y siempre fue fea, doctora?»

Cordero: «Más o menos… Sí. Lo que pasa es que yo sustituía mi falta de belleza por los atributos intelectuales que tenia, y por mis lecturas. Y porque sabía un poquito más que el promedio»

Jiles: «¿Y en ese tiempo también se arrepentía a cada rato de lo que decía?»

Cordero: «No. No era tan metedora de pata. Estaba preocupada de recibirme de médico, de criar a mis hijos. Ahora me sobra el tiempo y me he puesto a decir disparates»

Jiles: «De todo lo que usted ha dicho, lo más grave para mí es lo que ha dicho de la hija de Pamela Díaz, que es una menor de edad. No podemos desgraciadamente, o afortunadamente, repetir lo que usted señaló en esa oportunidad. Usted ha dicho que no es amoral, y al menos esos dichos a mí me parecen de una amoralidad importante»

Cordero: «Es su opinión y yo la respeto»

Jiles: «Me gustaría, más que respete mi opinión, que es una obviedad infantil…»

Cordero: «Yo soy obvia y los ancianos nos ponemos infantiles»

Jiles: «Me gustaría ir más allá y preguntarle si realmente lo que dijo de una niñita de trece años públicamente no corresponde que usted pida disculpas públicas a la niñita y a los padres de la niñita»

Cordero: «No, yo no lo voy a hacer…»

Jiles: «¡Ah! ¡¿Y dónde quedó la abuelita amorosa?!»

Cordero: «No, yo no voy a hacer…»

Jiles: «¡Ahora se perdió la abuelita amorosa!»

Cordero: «No me interrumpas, pues, no seas mal educada»

Jiles: «¡No le voy a aceptar! ¡Lávese la boca con jabón!»

Cordero: «(Imitando los gesto de Jiles) ‘¡Mire, señora!'»

Jiles: «¡Y con Sapolio, antes de decirme a mí mal educada!»

Cordero: «Los implantes que tengo me los limpio con Sapolio… Ese es un tema muy delicado que yo lo voy a tratar de forma privada»

Rodríguez: «Espérate. Igual yo quiero poner una nota de cordura. A lo mejor la María Luisa la embarró con los hijos de Claudia. Y Claudia es una súper mamá, sus pollos, y Claudia siempre va a actuar así como está actuando ahora, porque la conozco, tiene sangre rioplatense, son sus pollos, la Pamela es lo mismo. Quiero decir una sola cosa. Yo he hecho 800 late shows con la doctora Cordero y nunca se ha metido con un niño. A lo mejor la ha embarrado. Y digo esto porque tampoco puedo hacer un silencio cobarde…»

Jiles: «¡Pero Julio! Una cuestión es que no hagas un silencio cobarde…»

García-Huidobro: «Entendemos entonces que es el contexto de los otros programas en los que ella habla»

Rodríguez: «¡Pero por eso no puedo hacer un silencio cobarde! Porque he hecho más de 800…»

Jiles: «¡Pero si el tema es el silencio cobarde que está haciendo ella!»

Rodríguez: «¿Me puedes dejar terminar…?»

Jile: «Es que no. ¡El silencio cobarde lo está haciendo María Luisa!»

Rodríguez: «¡Vamos a terminar peleando todos!»

Jiles: «¡Quiero decir que el silencio cobarde aquí lo está haciendo María Luisa! Cuando es interpelada directamente por Claudia, que ha estado como una profesional, haciendo un programa sin aceptar provocaciones…»

Cordero: «Bueno, ¿no quedamos en que yo era amoral? ¡Me está pidiendo moraldiad cuando soy amoral!»

Jiles: «¡A ver, a ver! ¡¿Quién es la mal educada que interrumpe?!»

Cordero: «Mal educada, amoral y abominable»

Jiles: «Aquí la persona que debería dar una explicación y que se escuda en decir ‘ay, sí, meto la pata’. ¿Y eso sería todo, María Luisa?»

Claudia Schmitd: «Si yo fuese una bruta como ella, yo me habría sentado acá y habría sacado a su familia, sus nietos. Hubiese empezado a abrir la boca y ustedes no me podrían haber ni siquiera callado antes de que yo dijera cuatro disparates, como lo hace ella cada vez que abre la boca… La gente que está en la casa debe entrender que este es un show, pero cuando una es una profesional, lo hace con respeto».