Glamorama
Pancha Merino, Paola Camaggi y Carla Balleron confesaron sus grandes dramas.

El año doloroso de los rostros

Autor: Cristián Farías Ravanal / 5 noviembre, 2016

Es el año de las divas sufrientes. De las guapas y famosas apenadas, confundidas. «Me casé con separación de bienes, pero todo a medias. Y finalmente perdí todo», confesó Paola Camaggi. A dos décadas de su casamiento con el roquero Alfredo Alonso, la Tonka Tomicic de los ’90 aseguró que ese matrimonio la dejó sin dinero y fuera de la televisión.

«Tenía mi casa, viajaba, me manejaba perfecto en todo y, de repente, volver a cero», dijo en Más Vale Tarde. «Estaba empezando el tema de la farándula media pesada y no supe cómo manejarme. Me aterré, cerré la puerta y la ventana y me quedé en mi casa”, se quejó. Arrepentida por no haber revelado «su verdad» en algún programa como lo hizo Pancha Merino, que denunció entre lágrimas que también se quedó sin nada, supuestamente estafada por su marido y dos socios.

«El otro día salí con mi guagua de cuatro meses y me llamaron a mi teléfono cuando estaba en el supermercado. Me dijeron que había cuatro Carabineros en mi auto y que lo tenían que embargar. Me dejaron en el estacionamiento con mi guagua, la silla de mi guagua, y se llevaron mi auto. ¡Y yo no les debo ningún peso!», afirmó tras acudir a los tribunales para tratar de recuperar algo.

Pero Carla Ballero perdió el control. El drama fue tan grande que la superó. No hubo familia ni tratamiento que la pudiese contener y la ex “musa” de Kike Morandé fue detenida dos veces, robando en el Portal La Dehesa.

Ballero relató en Vértigo la lucha contra la cocaína de su marido y su propia batalla con el alcoholismo. “Estar enferma con alguien así es lo peor que te puede pasar en la vida. Llegué tan al piso, tan al suelo, destruida en todo mi ser, que ahora siento que lo único que me queda es salir para arriba”, declaró hace unos días, un poco más recuperada.

Mientras que Luli no dio más frente a un mundo televisivo hambriento por reírse a costa suya y perdida entre tantas versiones de ella misma. «Me acepto. Me aprendí a querer, a aceptar», alcanzó a decir un par de semanas antes de ser internada, intentando disimular una vez más.