Glamorama
Sandra Solimano en Mentiras Verdaderas. IMAGEN TOMADA DE PANTALLA / LA RED

El doloroso relato de Sandra Solimano sobre cosmetóloga que le deformó la cara con rellenos

Autor: C. Zúñiga / 29 junio, 2017

«Era un desastre, era un monstruo», dijo Sandra Solimano en Mentiras Verdaderas sobre los resultados de un pésimo tratamiento de rellenos que le realizó en su rostro una cosmetóloga –MIRE AQUI EL VIDEO-.

La actriz fue una estrella de las teleseries chilenas durante dos décadas. Aunque no fue la protagonistas estelar, siempre tuvo destacados papeles en clásicos que van desde la producción dominical nocturna Anakena, de Canal 13, en 1982; a Piel Canela, en la misma estación, en 2001.

Hace más o menos diez años, Solimano empezó a sentir la presión de las cámaras por verse siempre bien, lo más joven posible. Fue entonces que se encontró con la promesa de disminuir las arrugas a través de unos simples pinchazos.

Siete años después las consecuencias de haber inyectado en su rostro una sustancia no adecuada comenzaron a hacerse notar. La cara de Sandra se deformó. Este fue su testimonio en el late de La Red:

Ignacio Franzani: “Las exigencias del medio, es un mal de la sociedad, este culto a la juventud. ¿Qué pasa cuando, resonando todos estos temas en tu cabeza, alguien en una consulta te dice ‘oye, ¿te tinca que hagamos una pequeña intervención, muy poco invasiva, para borrar unas arruguitas?’. ¿Qué pasó contigo ahí?”

Sandra Solimano: “En un principio no lo hice. Me negué. Pero esta persona insistió y me convenció”

Franzani: “¿No era una dermatóloga?”

Solimano: “No, una cosmetóloga”

Franzani: “¿En qué consistía la promesa inicial?”

Solimano: “Rellenar una arruga. Y yo dije ‘fantástico’. Imagínate, que te pongan un poquitito aquí, otro poco aquí”

Franzani: “Algo ambulatorio”

Solimano: “No, un rellenito, cometiendo el gran error de no saber lo que me estaban poniendo. Confié, fui muy poco precavida. Y resulta que lo que me estaban poniendo era un producto que el cuerpo no logra absorber, porque es plástico. Como no lo absorbe, lo encapsula. Y al encapsularlo, se hincha. Por lo tanto, mi cara se deformó siete años después”

Franzani: “¡Siete años después!”

Solimano: “Y pueden pasar 15 años hasta que no se te presenten”

Franzani: “Estás diciendo que durante siete años, que es un período de tiempo muy extenso, tu rostro no presentó ningún síntoma de rechazo. Y me imagino que las arrugas, efectivamente, habían disminuido. O sea, la promesa inicial se cumplió”

Solimano: “Yo empecé a ver que mi cara se veía angulosa. Yo tengo la cara larga. Los pómulos se me notan. Y empecé a notar que mi cara se ponía redonda. Y dije ‘¿estaré hinchada por la menopausia?’, no sé, retención de líquidos. Los años van pasando y uno cambia. Hasta que empecé a sentir que tenía cototos. Ahí empecé a hincharme, y la cara se deformó completamente”

Franzani: “¿Dónde te aparecieron los cototos?”

Solimano: “En distintas partes de la cara”

Franzani: “¿Y estos cototos se mantenían en una parte o se iban moviendo?”

Solimano: “Es que es un producto que se mueve por la cara, el líquido”

Franzani: “Sandra, yo sé que este es un tema muy delicado para ti, porque ha marcado tu vida en los últimos años. Algo que era una sesión cosmetológica, que no significaba nada, terminó convirtiéndose en un problema mayor, un verdadero problema. ¿Y en esos siete años no tuviste ningún síntoma? Te lo pregunto porque muchas mujeres, en este minuto, en la misma situación, dicen ‘aquí, un pequeño arreglito, no es nada invasivo. Una cirugía, jamás me haría una cirugía, ¡qué miedo! Pero esto, ¿por qué no?’. Esa fue la promesa. Así, tal cual, te la vendieron”

Solimano: “Sí”

Franzani: “Cuando pasan estos siete años, ¿a quién recurriste, a quién le contaste? ¿Qué hiciste?”

Solimano: “Fueron varios médicos, cirujanos plásticos, ninguno me dio alguna solución. Me dijeron que tenía que irme a mi casa a morirme así. Fuimos a Brasil con mi marido, a ver una cirujana plástica. Tampoco. Y un día, en una desesperación muy grande, yo iba en mi auto…”

Franzani: “Espérate. En ese momento, tu cara…”

Solimano: “No, un desastre, un monstruo. Iba muy desesperada en el auto, iba llorando. Y me acuerdo que me bajé en una iglesia, en una calle en frente del hospital de Carabineros, está San Expedito. Entré a esa iglesia y le rogué a Dios que me ayudara.

«Y como yo soy una persona de fe, Dios puso en el camino a las personas exactas que hicieron lo que ustedes ven. Dos médicos, solo uno puedo nombrar, el doctor Héctor Navarrete. Y lo hago porque sé que hay muchas mujeres que tienen mi problema y quiero que reciban ayuda. Es el único hombre y el único dermatólogo oncólogo que lo hace. Y le mando un saludo a mi doctor, que lo adoro. Nos hemos hecho muy amigos, fueron muchos años junto a él»

Franzani: “¿Qué fue lo que te dijo en las primeras visitas?”

Solimano: “No me dio ninguna esperanza. Me dijo ‘vamos a probar’. Y yo le agradezco que lo haya hecho. Fueron muchos años de sufrimiento. El (doctor) es ateo, y cada vez que me hacía tratamiento con láser, yo le bendecía las manos y él se reía. Le decía ‘doctor, yo le bendigo las manos porque Dios está aquí trabajando en sus manos’.

“Sabes, yo soy una persona que tiene un tremendo poder de resilencia, porque lo he comprobado, no es un invento mío. Yo tengo una capacidad para enfrentar la adversidad”.

Franzani: “¿Esto no gatilló una depresión?”

Solimano: “No. Pero sí muchas veces lloré abrazada de mi marido. Tuve un gran apoyo de mi familia, mis hijos y él fueron incondicionales, nunca me dijeron nada. Me podían haber recriminado, pero no. Tengo una familia maravillosa”