Glamorama
Pancho Saavedra emocionado en el programa Glamorama. FOTO: LA TERCERA

El adorable saludo de su abuelita de 87 años que emocionó a Pancho Saavedra

Autor: C. Z. / 27 diciembre, 2017

Fue una fiesta y también un momento de humanidad y emoción. Pancho Saavedra fue el invitado estelar esta semana al programa Glamorama -MIRE AQUI EL VIDEO-.

El hombre del año en la televisión, el más querido y premiado, participó en una hilarante elección de los mejor y peor vestidos del año, desclasificó el humillante momento que pasó con el jefe del programa Alfombra Roja cuando intentaba demostrar que se la podía en la televisión, y se emocionó con el saludo que su adorada abuelita Haydeé, de 87 años, le envió en Primer Plano.

Glamorama repitió el saludo transmitido en el estelar de farándula de Chilevisión:

Haydeé Gajardo: “Me emociono porque ha sido siempre tan bueno, tan simpático. Nos ha dado tantas alegrías. Un orgullo, una alegría. Una pena que mi marido no hubiera estado también”

“Estoy orgullosísima de él. Él sabe lo que lo quiero. Y que siga en su vida como es. Que no cambie nunca. Que siemrpe siga así”.

Luego, Pancho comentó:

Pancho Saavedra: “¡Ah! Se me paran los pelos”

César B. Fuenzalida: “¿Cómo estás con estas palabras de tu abuela?”

Saavedra: “Bueno, es que mi abuela tiene mucha lucidez cuando habla de mí. La abuela que tiene 84 años, se olvida de algunas personas, se le van algunas ideas. De pronto se siente un poco perdida. Pero que se acuerde de mí, que se acuerde perfectamente de cada cosa que hemos hecho cuando le digo ‘¿te acuerdas la vez que fuimos a tal parte?’. ‘Sí’.

“Cuando las personas mayores empiezan a olvidarse de algunas cosas, ¿de qué se acuerdan? De las personas que le entregaron amor, afecto y cariño. Y yo creo haber sido un nieto que le entregó mucho amor y mucho afecto. Mi abuela es un pilar fundamental.

“Yo sé que a ella le da mucha pena que mi tata no esté acá. Pero a mí me queda una imagen grabada cuando mi tata se muere. Mi abuelo se murió por un cáncer. Estábamos todos alrededor de él. Todos, todos, todos. Y yo, minutos antes, entré a su pieza y él algo me quiso decir. Ya no me hablaba. Y me quiso escribir algo. Le dije ‘te paso la pizarra para que me escribas’. Y lo único que me acuerdo es que me agarró la mano y me la apretó.

“Me miró y se le llenaron los ojos de lágrimas. Y yo, después de haber visto a este abuelo, el rey del ganado, un hombre gordo, fuerte, verlo tan frágil al final de su vida, y apretarme la mano, fue como una aceptación al nieto que tantos dolores de cabeza le había dado. Al nieto que quería ser actor, que quería trabajar en la televisión y que estaba haciendo algo no convencional para la familia que yo tengo, que son doctores, carniceros, ingenieros. Yo era la oveja negra. Pero mi abuelo, con ese apretón de manos, me dijo ‘te amo’. ‘Te acepto con tu volá’ (risas).

“Este año tuve la posibilidad de llevármelos a todos de viaje. Y sentí que tenía que hacerlo. Esta carrera ha hecho que yo sacrifique muchos momentos personales. Y me he perdido muchos momentos. Me he perdido el nacimiento de mi sobrino. Me he perdido mucho a mi familia. Y llegó un momento que dije ‘bueno, que sacarme la cresta tenga también un beneficio’. Y en mis vacaciones decidí llevarme a mi abuela, a mis papás, a mis tías, a todos a Nueva York. Y em fui con ellos y no me importó nada. Mi mamá decía ‘qué caro esto’. Pero si me muero mañana, ¿de qué sirvió?’. Entonces, ese lujito me lo tenía que dar.