«Ella lo quiso ver… Lo abrazó, lo besó y le dijo ‘buen viaje’ a su hermano”: Leonor Varela cuenta cómo su hija Luna, de cinco años, despidió a su hermano Matteo
“Y bueno, la ceremonia de Matteito Luna estuvo ahí, muy ahí. Estábamos a punto de sacar su pequeño ataúd, ‘el mundo’, como le decía ella, el ‘barquito de luna’, y ella dijo ‘no mamá. Stop. Yo tengo que ver a Matteo una última vez’. Fue un momento, todo el mundo llorando terrible, pero era muy emocionante, porque había una aceptación de lo que estaba pasando, aunque duela», cuenta Leonor Varela.
La actriz de 47 años que reside en Estados Unidos se contactó con el espacio Siempre Mamá, que María Luisa Godoy emite en vivo a través del instagram @marigodoyibanez
Durante la conversación Varela se refirió a su cuarentena, a episodios de su carrera y al libro que prepara centrado en su hijo Matteo, fallecido en 2018, a los 5 años, debido a las complicaciones de la Leukodystrophia AG, una extraña condición genética degenerativa.
La intérprete fue consultada por la relación que tenía su hija Luna, de cinco años, con el niño:
Leonor Varela: “Mi marido y yo llevamos nueve años juntos y es muy difícil sobrevivir una pérdida así, porque la pareja se ve relegada a unos espacios muy pequeños, casi inexistentes. Porque requiere de mucha tolerancia que el otro haga el duelo a su manera. El duelo no es algo universal y, si bien son etapas y procesos similares, cada uno la hace a su ritmo.
«Requiere de mucha tolerancia y observación. Uno quiere que el otro lo acompañe. ‘Yo estoy sintiendo esto. ¿Por qué tú no estas llorando? Yo estoy deprimida. ¿Por qué tú no estas deprimido?’. Profundizas tu relación con tu núcleo.
«Estamos más juntos que nunca. Incluiría a Tito, mi perro, que es el otro integrante de la familia. Somos felices a pesar de todo. Y somos más felices y apreciadores de la vida, de que nuestros cuerpos se mueven y que podemos existir con esta libertad que si no hubiéramos tenido a Matteo”
María Luisa Godoy: “Qué bonito lo que estás diciendo, Leonor. Me da la sensación, porque uno ve a tu hija, yo no la conozco profundamente, lo que publicas en las redes, pero se ve una niña muy dulce. Se ve que es una niña empática, alegre, proyecta una cosa muy tierna.
«Me imagino que también hay algo ahí, cuando uno tiene niños chicos, de ver las cosas con más naturalidad, quizás con más normalidad de alguna manera. ¿Cómo lo viviste eso? Cuando le preguntaba por su hermanito y lo que pasaba con él”
Varela: “A ella no había que casi explicarle nada. Los niños entienden mucho mejor de lo que uno cree. Ella observó a su hermano desde que nació en un cuerpo con las limitaciones que tenía, en las limitaciones de verbo, de no poder hablar, de no poder moverse solo, y lo amó tal como era. Porque eso es lo que había en mi casa, era amor por él.
“Cuando su cuerpo empezó a apagarse ella también fue testigo de eso, nunca se lo escondimos. Pero sí le generaba inquietud, había que poder hablar de eso de la manera más natural posible. Decirle que el cuerpito de Matteo estaba siendo desafiado. ‘El cuerpito está muy enfermo’. ‘¿Y yo me voy a morir también?’. ‘Tú cuerpito está sano, como el mío está sano’.
“Había que encontrarle un modo de darle un margen de referencia, pero a la vez que entendiera que lo que le estaba pasando a su hermano es lo que nos va a pasar a todos. ‘Y cuando nos vayamos al cielo, vamos a estar todos juntos’. ‘Bueno, espero no morirme antes que tú, mamá’. Pero no son cosas que dice con tragedia ni fobia…
“Y cuando Matteo dejó su cuerpo atrás, en nuestra casa, porque fue en mis brazos y los de mi marido, nunca estuvo lejos de nosotros, en ningún minuto. A la mañana siguiente, ella lo quiso ver. Lo tocó y lo abrazó. Le dio un beso y sintió que era un cuerpo, ya no era el alma de Matteo.
“Y por eso este libro puede serle útil a hartas personas, porque hay una aceptación de lo que somos. Somos todos mortales, todos nos vamos a morir, aunque no nos guste pensar en esto. Y creo que el Covid nos ha ablandado mucho en ese sentido, en entender nuestra fragilidad y nuestra falta de control sobre las cosas.
“Y bueno, la ceremonia de Matteito Luna estuvo ahí, muy ahí. Estábamos a punto de sacar su pequeño ataúd, ‘el mundo’, como le decía ella, el ‘barquito de luna’, y ella dijo ‘no mamá. Stop. Yo tengo que ver a Matteo una última vez’. Fue un momento, todo el mundo llorando terrible, pero era muy emocionante, porque había una aceptación de lo que estaba pasando, aunque duela.
“Y paramos todo. Fue, lo dejamos en la pieza, abrimos el ataúd, ella lo abrazó, lo besó y le dijo ‘buen viaje’ a su hermano…”
Ambas lloran.
“Nunca voy a parar de emocionarme. Creo que navegamos en el mundo de la dualidad: en el mundo de que somos humanos y que somos seres eternos, y yo me quedo con las dos cosas. Y el dolor no quita la absoluta certeza de que mi hijo está conmigo y es lo que tenía que pasar. Mi hijo vino así y él tenía que irse así. Eso. Mi trabajo es cada día aceptarlo más”
Godoy: «Lo llevas de una manera admirable. Y que lo compartas a través de un libro que puede ayudarle a muchas personas, porque tú dices cosas bien bonitas. Partiste escribiéndolo como una necesidad tuya, después lo plasmas en un libro que lo compartes con otras mamás. Me imagino que buscas ayudarlas de alguna manera.
“Siempre se dice que, cuando es tan desgarrador el dolor, hay que buscarle un sentido. En ese libro, ¿tú también encuentras un sentido? Porque dices ‘ojalá ayude a otras personas’”
Varela: “Siempre lo escribí con esa conciencia. Sentía una vocecita dentro de mí que me decía, creo que era mi hijo, que me decía ‘tienes que escribir, esto tienes que escribirlo’. Y lo supe desde mucho antes que empecé a escribir el libro, pero no estaba lista en ese minuto. Solo cuando fue una absoluta necesidad para mí, sobrevivir lo que estaba llevando, que lo llegué a hacer. Y así es el arte. Se hace por necesidad absoluta, porque uno no puede existir sin esa expresión”.