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Juan Pedro Verdier y Karen Paola en una imagen tomada de la pantalla de Sigamos de Largo en enero de 2020.

«Me morí, lloré, vomité sangre, me arrastré por el piso, me quise matar…»: Juan Pedro Verdier sobre amenazas y filtración de fotos privadas de Karen Paola en 2017

Autor: Equipo Glamorama / 31 julio, 2022

Como «el peor momento de mi vida» calificó Juan Pedro Verdier el hackeo a su correo y luego al teléfono de su esposa Karen Bejarano y posterior filtración de fotos personales, privadas de ella.

El hecho ocurrió en febrero de 2017 y se hizo público en marzo de ese año, cuando Bejarano era panelista de Mucho Gusto.

En 2019 fueron detenidos dos ciudadanos ecuatorianos como autores del delito.

En tanto, este fin se semana Chilevisión exhibió un capítulo de La Divina Comida grabado hace meses, donde el comunicador que se hizo conocido en Mekano relató sobre este tema:

«Viví una experiencia, la peor que he vivido en mi vida. Un delincuente, José Valeroso es su nombre, hackeó la empresa en la que yo trabajaba. Y a través de mi correo personal le mandó un correo a mi señora. Era el Día de los Enamorados, entonces le puso ‘amor, feliz Día de los Enamorados’, y le puso un link de una canción.

«Es una canción que escuchábamos nosotros y, como esta persona tuvo antes acceso a nuestro Spotify, vio qué canciones escuchábamos y, por lo tanto, cuál le podía gustar.

«Ella, al ingresar ahí, le pidió una clave, y cuando ella puso su clave, él tuvo acceso a todos sus archivos. Fue un mes de amenazas, presiones, instrucciones de un delincuente escribiendo por WhatsApp, diciendo ‘sé a qué hora sale tu hijo de qué colegio’. De nosotros corriendo con nuestro hijo.

«Nos fuimos a Uruguay el día, compramos un pasaje de avión. Yo agarré a un tipo que no tiene nada qué ver, porque mi señora había llevado a arreglar el celular a una tiendita. Entonces fui, zamarreé al tipo pensando que era él.

«Fui a la PDI y el discurso general era que como la ley digital en Chile es tan precaria no se puede hacer nada, incluso aunque sea una amenaza de muerte. Yo te mando un whatsapp diciendo ‘te voy a matar’, en ese momento no se podía considerar que fuera algo relevante. ‘Nosotros no podemos hacer nada’.

«Después la persona que nos extorsionó, que nos pedía un montón de plata que yo estaba dispuesto a dársela, pero no pude hacerlo, lo ventiló. Lo empezó a publicar en nuestras propias cuentas y en otras cuentas, que era imágenes que (Karen Paola) tenía en su teléfono personal.

«Ahí comenzó el peor momento de mi vida. Cuando atendí el teléfono y supe lo que había pasado empecé a correr por todos lados tratando de resolverlo, pero era algo que no se podía resolver.

«Y pasaron cien mil cosas más. Me acuerdo de cada milésima de segundo de lo ocurrido y eso me produjo una enfermedad que se llama trastorno de estrés postraumático. Yo entraba a un supermercado y encontraba a un tipo que me miraba y decía ‘él me está mirando por esto…’ Y yo iba hasta ahí y le decía ‘¿qué pasa conmigo? ¿Qué me miras?’. ‘Te vi en Mekano…’ Pero en mi cabeza no había otra opción.

«Primero me morí, lloré, vomité sangre, me arrastré por el piso, me quise matar, busqué donde conseguir un arma para ir a matar a esa persona. Y después decidí no hacerlo y volver a construir una vida linda.

«Lo único que logró que volviera a querer vivir, además del amor de mi familia y del apoyo de todos mis seres queridos y de los profesionales de la saluda mental, fue leer qué dicen los especialistas del cerebro que a una persona lo hace ser feliz. Que son guías, no es una orden de lo que uno debería hacer.

«Por ejemplo ‘tira los hombros para atrás y saca el pecho hacia afuera’. Como ‘respétate a ti mismo, cumple las promesas que te haces, si ves un gato en la calle acarícialo, date el tiempo de disfrutar de ese momento…’ Y a través de eso empecé a sentir ganas de hacer lo que me gusta, de cantar, de pintar, de que no me importe lo que opine el resto.

«Pero solamente la sicología y la salud mental me ayudó a poder escoger ese camino.

«Hasta ahora en tres programas distintos me han mencionado el tema y yo decía ‘bueno…’, y me largaba a llorar y no podía hablar una sola palabra más. Esta la primera vez que lo puedo hablar públicamente y no emocionarme como antes. Pero es tiempo. Y no me avergüenzo».