«Yo pololeé mucho rato con Felipe sin que se supiera… Así que tuvimos nuestro buen veranito de San Juan'», cuenta Bárbara Rebolledo
“Mi mamá le tenía tanto cariño a Felipe. Era mutuo. Se llevaban muy bien», fue uno de los detalles que Bárbara Rebolledo relató sobre su pololeo con Felipe Camiroaga, el querido animador fallecido en 2011 en la tragedia aérea de Juan Fernández.
La periodista de 49 años tuvo una relación desde 1998 -cuando era periodista del Pase Lo Que Pase- con Camiroaga, conductor del espacio de TVN, hasta septiembre de 2000.
Fue siempre un vínculo de muy bajo perfil. Una de las pocas imágenes que existen de la época es de la pareja llegando al matrimonio por la Iglesia de Rafael Araneda y Marcela Vacarezza, en mayo de 2007, publicada en La Tercera.
En un reciente capítulo de Buenas Noches a Todos, late que conduce Eduardo Fuentes en el canal público, recordó ese pololeo:
Eduardo Fuentes: “Cuando tu mamá se entera que estabas pololeando con Felipe, una figura, ¿cómo se lo tomaba ella esta cosa tan mediática, tanta exposición?”
Rebolledo: “Mi mamá le tenía tanto cariño a Felipe. Era mutuo. Se llevaban muy bien, porque Felipe era súper campechano y mis papás son gente de campo. Viven en el campo, comen lo que cosechan. Para Felipe esta realidad con la que yo cargo le fascinaba. Tenían muchas cosas en común con mi papá, amor por las aves…
“Y mi mamá como que lo miraba. ‘Qué maravilloso él, qué lindo él, qué todo, qué simpático, qué tierno…’ A Felipe le gustaba mucho la historia. A mí también me gusta mucho la historia. Compartíamos muchas cosas. Entonces con mi mamá decíamos que éramos buena dupla. Pero evidentemente que trabajar juntos estaba destinado al fracaso.
“No te diría si era muy difícil, pero una mamá evidentemente dice que trabajar con alguien es complejo si es tu pareja, y los dos expuestos.
“Yo pololeé mucho rato con Felipe sin que se supiera… Así que tuvimos nuestro buen ‘veranito de San Juan’”
Fuentes: “¿Cómo lograron eso?”
Rebolledo: “Siendo bien piolas. Es que también era otra época. No había redes sociales, los teléfonos no tenían máquinas fotográficas, nada. Entonces, si alguien te pillaba, era porque te había pillado una revista o porque te había pillado un programa de farándula.
“Yo creo que la primera vez que nos pillaron fue en las Termas de Chillán. Y en el canal había un par de personas que sabían, pero lo mantenían súper piola. Pero eran muy amigos todos… Y hubo un fotógrafo en las Termas que nos sacó una foto y se la vendió a una revista. Y ahí dejó de ser piola”.