«Vi a dos o tres pololas (de Cristián Campos) en actitudes gráficas… Me produjo que yo no me pudiera desarrollar y tuve que realizar terapia», afirma el hijo mayor de Campos y Claudia di Girolamo en la investigación
«Tenía en su departamento un computador en el cual había carpetas de imágenes de mujeres sin ropa», afirma Antonio Campos, el hijo mayor de Cristián Campos y Claudia di Girolamo en parte de su testimonio en el caso Campos.
Raffaella di Girolamo, «la Rafa», es la hija mayor de Claudia di Girolamo. Su padre, el primer marido de la actriz de La Fiera y Iorana, es el artista Ismael Frigerio. Luego Claudia mantuvo una relación de años con Cristián Campos, de la cual nacieron los actores Antonio y Pedro.
Antonio, de 39 años, ha sido rostro de teleseries como La Sexóloga, La Doña y Las Dos Carolinas, las tres protagonizadas por su madre y dirigidas por la pareja de ella, Vicente Sabatini. Y en 2023 dirigió a su papá, Cristián, en la obra Restos.
En marzo pasado la Fundación para la Confianza interpuso una querella contra Cristián Campos por presunto abuso sexual infantil contra Raffaella. La familia se dividió. Claudia y sus dos hijos defendieron a Raffaella y cancelaron a Cristián.
Ahora, Canal 13 filtró parte del testimonio que Antonio realizó en tribunales:
“(Cuando Raffaella le contó el supuesto abuso por parte de Cristián) Vinieron a mí recuerdos, como ver a mis padres cuando yo era muy chico peleando por unas fotos las cuales estaban relacionadas con mi hermana Raffaella. No sé de dónde me enteré de eso, o si lo escuché. Lo que tengo claro es que fue una discusión muy fuerte. En ese período yo tenía entre seis a nueve años, esto fue casi previo a su separación.
“(Cuando Cristián Campos se separó de Claudia di Girolamo y estaba viviendo solo) Tenía en su departamento un computador en el cual había carpetas de imágenes de mujeres sin ropa. Recuerdo que esas mujeres eran muy jóvenes, no adultas, lo noté por sus facciones. Tenía muchas fotos de niñas distintas desnudas, pero no en actitudes pornográficas.
«En ese mismo computador tenía videos de él teniendo sexo y esas imágenes se iban cambiando a medida que cambiaba de pareja. Yo alcancé a ver dos o tres pololas en actitudes gráficas, muy íntimas, actitudes de pieza. En un comienzo la curiosidad me hacía abrir esos archivos… Pero me produjo que yo no me pudiera desarrollar sexualmente y por lo cual tuve que realizar terapia».