Glamorama
Marcela Vacarezza en imágenes tomada del video que posteó en su Instagram @marcelavacarezza_ sobre el covid de sus padres.

«Cuando nos cuentan, 84 y 85 años, que se contagiaron, se me cayó el mundo. Dije ‘aquí no salen de esta…’: el sensible testimonio de Marcela Vacarezza sobre el covid de sus padres

Autor: Cristián Farías Ravanal / 5 febrero, 2021

«Lo único que decían era que se habían cuidado tanto tiempo, todo el año, y quedaba tan poco para la vacuna, cosa que ellos lo veían como una salvación. Pero tres semanas antes de la vacuna se contagiaron», dice Marcela Vacarezza entre lágrimas sobre sus padres contagiados con covid a los 84 y 85 años.

La animadora posteó un video en Instagram donde relata el duro proceso y cuenta que sus progenitores ya pasaron la etapa más difícil de la enfermedad y se recuperan en su departamento en Santiago.

La conductora que reside en Miami junto a su marido Rafael Araneda -quien trabaja en el canal televisivo local UniMás- y sus hijos explicó que comparte su experiencia para instar a las personas a que se vacunen contra el coronavirus.

Este es parte del testimonio de Vacarezza:

«Mi madre empezó sentir síntomas el día 11 de enero y mi papá el 15 de enero (el hematólogo Ricardo Vacarezza, quien fue presidente del Colegio Médico). Ella se fue a hacer el examen de coronavirus y le salió negativo. El 19 de enero, día de su cumpleaños, se sentía más mal. Volvieron a hacerse el examen y ese día nos contaron que se habían infectado. Fue súper duro. Mi mamá cumplía 84 ese día y mi papá 85 el 31 de enero.

«¿Por qué se los cuento?

«Porque nosotros los vimos súper poco. Ellos se estaban cuidando harto. Cuando fuimos a Chile los vimos solo para Navidad con muchas precauciones y lo único que decían era que se habían cuidado tanto tiempo, todo el año, y quedaba tan poco para la vacuna, cosa que ellos lo veían como una salvación. Pero tres semanas antes de la vacuna se contagiaron.

«No duden de las vacunas. No lo hagan. No pasen por lo que mucha gente pasó, está pasando y por lo que nosotros pasamos. Cuando ellos nos cuentan, 84 y 85 años, que se contagiaron, a mí se me cayó el mundo. Dije ‘aquí no salen de esta’.

«Yo estoy acá, estoy lejos, pero tampoco sacaba nada con viajar, porque uno no puede ver a su persona querida, es una situación espantosa.

«Mi madre gracias a Dios fue saliendo rápidamente y al décimo día se empezó a sentir mejor. Mi papá cayó a la clínica. No necesitó oxígeno, no estuvo en la UCI como muchos pacientes llegan, pero estuvo una semana ahí, hoy está en la casa.

«Todos los días hay informes de gente contagiada, gente en la UCI, sintomáticos, asintomáticos, cantidad de muertos. Uno sabe que no son cifras, pero igual se vive a la lejanía. Uno dice ‘uy, qué harto’, ‘oh, han bajado’. Pero cuando tienes a alguien cercano, dices ‘yo no quiero que sea parte de es cifra’.

«Vivirlo es distinto. De dormir con el teléfono prendido pensando todos los días que te va a llegar una mala noticia y que uno no puede hacer nada. Es la impotencia de no poder hacer absolutamente nada. Con la viejtita sola en el departamento, que tampoco se le podía ir a acompañar. Con su marido de toda la vida en la clínica, sin saber si se va a recuperar.

«Porque además este es un bicho bien de mierda, que cambia todos los días. Alguien se puede sentir bien y al otro minuto se puede sentir mal, o puede estar mejorando y puede haber una recaída, cualquier cosa.

«Entonces me pasa que leer tanta tontera, estupidez, alegato, desconfianza, me da rabia de repente. Porque yo decía ‘pucha, quedaba tan poco para que se pudieran vacunar’.

«No lo duden. No pasen lo que pasamos nosotros, por lo que ha pasado mucha gente con pésimo resultado, con el resultado de muerte, que no me cabe duda que esa persona estuviera vida el día de hoy se pondría la vacuna.

«Las cifras no son cifras. Hay historias detrás de cada número. Hay familias, seres queridos, hay mucha gente que sufre.

«Y como les digo, frente a esto uno no puede hacer nada. Una vez que la persona entra en la clínica está nomás poh, y está en manos de Dios, en manos de los médicos y en manos del bicho. La verdad es que uno lo pasa súper mal.

«Gracias a Dios vengo de hablar con él (su papá). Está mejor, todavía está en la casa recuperándose corticoides. Le dan de alta en la semana. Y ahí están los viejitos, ya dieron la pelea y están con Dios, con la familia.

«No lo vean como algo lejano. Nunca supimos cómo se contagiaron. No tenemos idea. Se cuidaron muchísimo. No lo sabemos».