Adiós a Bailando por un Sueño: el Titanic de los estelares que se hundió en medio de la pandemia
Fue un adiós frío al Martín Cárcamo en traje de gala, el Marcelo Tinelli chileno y capitán del Titanic de los estelares del año televisivo, con figuras haciendo piruetas en malla y lentejuelas al frente de un jurado comandado por una Raquel Argandoña enfundada en los cortes y vuelos de Linda Evans o la Joan Collins de los años ’80.
Bailando por un Sueño se canceló luego de siete semanas al aire en total entre suspensión y regreso, luego de un comienzos con bombos y platillos, fanfarria con decenas de crónicas, campaña publicitaria y toda la carne a la parrilla; muchas metas y sueños para el equipo y el animador y productor ejecutivo que se vinieron abajo con la pandemia de coronavirus.
Un cierre con lógica y razones de peso en medio del estado de catástrofe y una emergencia sanitaria como nunca antes ha vivido la humanidad. Aunque en los inicios del programa el panorama no era así sino todo lo contrario.
En diciembre la salida de Cárcamo del Bienvenidos fue trending topic en las conversaciones sobre la pantalla chica y durante el verano él y su proyecto fue prioridad para portadas de diario y secciones de entretención.
Cárcamo conoció a Marcelo Tinelli hace un par de años y desde entonces craneó la lleganda a Chile de Bailando, que es plata y éxito al otro de la cordillera. Lo concretó instalando su productora en el edificio de su socio, Canal 13.
Contrataron a más de cien personas. Dieron trabajo a profesionales de diversas áreas, desde un escuadrón de bailarines a gente experta en maquillaje, vestuario, periodistas, coreógrafos, técnicos, creativos y más.
Entre los bailarines que protagonizaron el show estuvieron personajes como el enmascarado Estúpido y Sensual Spiderman y Daniella Chávez, la modelo de fotos sensuales con casi trece millones de seguidores en instagram. Cada uno representando a una obra social o benéfica, lo necesario después del estallido de octubre.
Todo para armar un estelar en vivo cuatro días a la semana, con público, la prensa con acceso libre el backstage y creación de contenido diario en redes. Un Titanic.
El anfitrión terminó de animar el Festival de Viña y a la noche siguiente estaba inaugurando el espacio con una coreografía de esas que ya no se ven sobre un escenario de los tiempos de Viva el Lunes o más y harta conversa y poco baile, según los críticos. «Asumámoslo: Martín no es Tinelli y no tenemos la labia de los argentinos. ¿Bailando por un Sueño o Hablando Hasta Que dé Sueño?», sentenció el columnista «Larry Moe».
Estaban en el segundo lugar del rating, apoyados por auspiciadores estables y dando que hablar a punta de coreografía y cotilleo con la revancha de Vale Roth en la pista y el llanto de la española Gala Caldirola en plena crisis con su marido Mauricio «Huaso» Isla.
Y llegó el coronavirus.
El espacio siguió en marcha con mascarillas, mientras que la concursante Maura Rivera fue la primera en captar la magnitud de lo que estaba pasando en Chile y el mundo. «Soy de las personas que sí prefiero mantener las medidas correspondientes en la salud primero que todo. Para mí eso es lo primordial, sobre todo porque soy mamá y no puedo llegar contagiada a mi casa», declaró la ex Rojo explicando en marzo que no bailaría más.
Aparecieron las críticas en Twitter. La visita de Marcelo Tinelli mismo, anunciada oficialmente, se canceló sin entregar motivos oficiales. A las tres semanas el show se suspendió como medida sanitaria y dos meses después el empuje de Cárcamo puso en marcha un regreso contra todo pronóstico.
Bailando por un Sueño volvió con Canal 13 asegurando una cosa sobre las medidas sanitarias adoptadas, un par de concursantes afirmando otras y un video del baskctage mostrando a gente sin mascarilla ni distanciamiento social.
Las fotos del look de cada noche que Argandoña o Eva Gómez posteaban en su instagram contrastaba con una ola de críticas en Twitter que no paró, más de 900 denuncias al consejo de Televisión por “contravenir la cuarentena y las medidas tomadas por la autoridad sanitaria» y un sumario sanitario de la Seremi de Salud Metropolitana.
La estación de Inés Matte Urrejola declaró el cumplimiento de toda regla y medida y la razón de mantener a flote el buque porque «nuestro público requiere además de información, contenidos que entretengan y acompañen de manera sana en esta cuarentena». Y siguieron navegando contra la corriente.
Hasta que se confirmó el primer contagio de covid-19 en el grupo de trabajo y, según fuentes del equipo que prefieren mantener su nombre en reserva, auspiciadores prefirieron no invertir debido a la situación que se vive. Ahí se tomó la decisión anunciada hoy y el proyecto se hundió.