«Yo no consumía para carretear… Me sirvió para enfrentar todas las guerrillas dentro de la fama, la tele, la belleza, la competencia con las compañeras», relata Sigrid Alegría
“Cuando choqué llevaba un año de rehabilitada. Ya había hecho un año de terapia de rehabilitación en cocaína, me estaban dando de alta”, partió contando Sigrid Alegría sobre su relación con la droga.
La actriz de 47 años retalló en De Tú a Tú el proceso que vivió y, en medio del cual, en mayo de 2007, chocó contra un edificio.
Así continuó la conversación con la figura de clásicos de las teleseries como Aquelarre, Amores de Mercado y El Señor de la Querencia:
Martín Cárcamo: “¿Y desde cuándo venías consumiendo cocaína?”
Sigrid Alegría: “Desde que empecé a exigirme ser lo más flaca posible para seguir con la pega. Me mantenía flaca, con energía y me servía, me funcionaba.
«Pero llegó un minuto en que yo necesitaba salir, porque encontré que esta euforia constante era agotadora y necesitaba reencontrarme con la ternura, ya tenía un hijo que era un poco más grande.
“Yo no consumía para carretear, no era algo social. Era para no engordar, me tomaba un vaso de leche y estamos.
«Aparte me sirvió mucho para enfrentar todas las guerrillas dentro de la fama, de la tele, de la competencia, de la belleza, la competencia con las compañeras, con los hombres, que las actrices éramos todas regaladas, que el big boss, que no te pongas tontita, y empezaban a manipularte con tus contratos, y que la actrices te escondían la ropa.
“Era heavy, porque además entré de protagonista. Y no solo me permitía no comer y tener energía, sino que además me hacía insensible, no me importaba no tener amigas dentro del camarín”
Cárcamo: «¿Y tú eras de consumo diario?”
Alegría: «Sí poh”
Cárcamo: «¿Y cuánto tiempo estuviste así?”
Alegría: «Seis años. Mucho rato. Después ya me empecé a enfermar, me empecé a hinchar, estaba teniendo el efecto contrario. No tomaba, pero al final sí, ya era tanto lo que tenía que consumir que necesitaba emparejar con el antídoto que es el alcohol y ahí me hinche. Entonces ahí fue cuando dije ‘no, disciplina mejor, uno sabe que engorda y que no, volvamos’.
“Y el precio era alto. Tenía a un Alonso (su hijo mayor, hoy de 23 años) que ya estaba más grande y no quería perder el cariño ni el respeto de él. Quería tener una familia y tenía una pareja que me decía ‘yo así no te banco esta cuestión’. Entro al centro de rehabilitación y me hablan de terapias grupales, yo dije ‘no’, porque ya era conocida, no quería que nadie se enterara de esto».