«A los 15 años me fui de mi casa, viajaba ocho meses al año, siempre con exigencias de ‘tengo que rendir, ganar, porque sino lo voy a perder todo…’», expresa Natalia Duco sobre el deporte de alto rendimiento
«Socialmente se les da una connotación de superhéroes a los deportistas, donde nosotros no tenemos espacio para sentirnos mal, porque tú eres el que va, compite y gana. Entonces no puedes tener pena, no puedes depresión, no puedes tener nada», manifiesta Natalia Duco sobre los deportistas de alto rendimiento.
La atleta de 33 años, campeona del lanzamiento de bala, ganadora de MasterChef Celebrity en 2020, conversó con Angélica Castro hace un mes, durante una transmisión por Instagram, y así continuó su relato:
“Otro aspecto es que uno desde muy chico se va de su contención familiar. Tú abandonas tu casa en una etapa del desarrollo donde necesitas a tu familia. Y la exigencia y la presión que uno tiene que sobrellevar es muy alta. Entonces sin duda eso tiene consecuencias sicológicas.
“En mi caso, yo a los 15 años me fui de mi casa, viajaba ocho meses al año por todo el mundo, siempre con exigencias de ‘tengo que rendir, tengo que ganar, porque sino lo voy a perder todo, no voy a tener plata para prepararme’. Uno siempre vive con la soga en el cuello.
“Y eso trae hartas consecuencias. Una autoexigencia tremenda. Yo llegué a entrenar ocho horas al día, ver a mi familia tarde, mal y nunca. En ese minuto uno no lo ve, porque eres más inmaduro. Uno desea tanto el objetivo que solamente haces.
“Pero tiene que haber alguien más grande, más maduro, que diga ‘a ver, espérate, yo sé que tú quieres dejar todo de lado, pero yo te voy a cuidar y yo te voy a proteger, porque sé qué es lo mejor para ti’.
“Otro aspecto es la exposición pública a la crítica cuando no cumples un objetivo. Por ejemplo, se esperaba que sacaras medalla en los Panamericanos, después al otro día ‘Natalia Duco es un fracaso. Natalia Duco no cumple’, se te van todos los auspiciadores. Te juegas la vida en un segundo.
“La vida desde el apoyo sicológico, desde la aceptación de tu círculo, porque si te va bien todo el mundo te deja seguir haciéndolo. Pero cuando te va mal, desde tu familia, amigos, todos, te empiezan a cuestionar, ‘no te está yendo bien… Lo estás haciendo mal’.
“Es duro. A mí me preguntan ‘¿quieres que el Lucianito (su hijo de un año y medio) sea deportista de alto rendimiento?’. Pucha, tendría que él quererlo tanto que yo voy a decir ‘ya, bueno, te voy a apoyar’, pero no le voy a insistir ni un minuto en que se dedique. Porque tiene que haber una pasión interna demasiado grande para soportar todo el costo emocional que significa”.