«¡Cómo me dices una cosa así! ¡¿Qué te pasa?! ¡Piteado…!»: la cita a ciegas de Mirna Schindler que terminó mal
«Después de esa experiencia nunca más en mi vida he tenido ni tendré una cita a ciegas», concluyó Mirna Schindler luego de relatar la historia que vivió hace un tiempo con un hombre.
La periodista de 55 años con trayectoria en medios de prensa escritos, radiales y en canales como TVN, La Red o Canal 13, relató en tono relejado y anecdótico, con humor, lo que vivió.
En el último capítulo de Podemos Hablar compartió:
«Había terminado una relación de pareja. Estaba triste, con pena, no resultó. En ese duelo, esa cosita que te duele el corazoncito. Y una colega me dice ‘Mirna, te quiero presentar a un tipo que te va a encantar. Este tipo te veía siempre en el noticiero de TVN, cuando tú partiste en los años ’90 y decía ‘la amo. Me encanta’
«Yo le digo ‘pero ha pasado mucho tiempo de aquello’. ‘Pero él dice que todavía tu imagen está ahí y quiere verte, conocerte’. Yo digo ‘¡es que me da vergüenza, me da susto, no sé lo que va a pasar en el momento en que llegue!. Bueno, no importa, ya. Me lanzo, qué tanto’.
«Llego al lugar donde nos íbamos a encontrar con este hombre, y llega. Se acerca, habla, y era todo cuico, con todo respeto a todas las personas que hablan cuico. Yo venía saliendo de una relación con un hombre completamente hippie, relajado, y este era todo así como ‘hola Mirna, cómo estás tú…’ Hablaba así como con la papa en la boca.
«Yo digo ‘pero no me gustan los hombres así… Pero ya, no importa, le voy a dar una oportunidad, qué tanto’. Ya poh. Sigo adelante.
«Salimos esa noche. Todo muy bien, conversamos. Nada. Caballero, perfecto, estupendo. Nos ponemos de acuerdo para una próxima cita. Salimos la segunda vez.
«Yo digo ‘esta cuestión, de repente podemos seguir conversando, seguimos hablando, me cuenta su historia, yo le cuento la mía’. Después volvemos a encontrarnos una tercera vez… ¡No pasaba nada! ¡Te lo juro por Dios! Me empiezo a preguntar ‘pero no pasa nada poh…’
«Entonces la tercera cita yo decido darle un piquito, y él así como que ‘mmm…’ (tieso) Y yo ‘¡¿pero qué está pasando aquí…?!’. Me empecé a pasar películas, ‘a este gallo no le gusto, algo está pasando’. Y me dice así como ‘es que me tengo que ir…’. ‘¡Ah, ya!’
«Entremedio mis hijos me habían comentado… No es que yo se los haya presentado a mis hijos, sino que nos encontramos en una playa donde estábamos veraneando. Ellos me dijeron ‘mamá, no nos tinca para nada para ti… ¡Para nada!’. ‘Ya, chicos. Si es un amigo’.
«Cuando pasa esto de que le doy el besito, dije ‘esto no está funcionando’. Pero el tipo me sigue buscando y me sigue llamando, hasta que yo digo ‘¡se acabó! La cuarta es la vencida’.
«Salimos, nos juntamos… No pasó nada. Es más, yo le digo ‘oye, pareciera ser que todo indicaría que…’. Me dice ‘¿sabes lo que pasa? Mi problema no es el sexo. Mi problema es que he tenido demasiado sexo y he tenido todo tipo de sexo’. Y yo le digo ‘¿sexo como dominatrices, como sadomasoquista?’. ‘De todo…’
«Pero esta cuarta cita yo dije ‘se acabó. De esta noche no pasa. No te salvas’. Bueno, no puedo entrar en detalles. El asunto es que no pasó nada. Un piquito y se va. Esto había sido en mi casa, yo estaba sola. Se fue.
«Y yo quedo ‘¡¿qué es esto?!’. No me había pasado jamás. Porque además, si no le gustaba, no me habría llamado, no habría seguido insistiendo. Quedo dándole vueltas al asunto y digo ‘esto no está bien’. Y lo llamo. Hablamos.
«Me dice ‘¿sabes lo que pasa? Que yo no sé como tratarte, no se si tratarte como puta o como una dama…’ ¡Qué es esto! Además esas dicotomías las encontraba demasiado pasadas de moda. Pero para que ustedes vean… Si cuando uno no está bien, puede seguir y seguir…
«Me dice ‘juntémonos a conversar mañana’. Esto era un domingo y nos juntamos a conversar el lunes, en un café. Era temprano. Como dama… Cuando estoy en el café le dije ‘¿me puedes explicar? Porque no entiendo lo que está pasando. Esto de que no pasa nada. ¿No te gusto?’.
«Me dice ‘no. Si estás súper rica’. Dije ‘oh, qué mal. De nuevo estamos echándolo a perder’. Y de repente me dice ‘yo, la verdad, te quiero contar lo que me pasó esa noche que estaba contigo. Lo único que te puedo decir es que, cuando me voy en el auto, voy en mi auto, manejando, y digo ‘¿por qué no le habré dicho a esta mina que me chupara el …?»
«¡Cómo me dices una cosa así! ¡Es una agresión brutal! ¡¿Qué te pasa?! ¡Piteado! ¡Andate al sanatorio! ¡Qué tienes en la cabeza!
«Esta historia termina cuando llamo a mi amiga y le digo ‘oye, Carola, ¿cuándo me presentas de nuevo a un pastelito? ¿Cuándo me invitas de nuevo una cita a ciegas?’. Y después de esa experiencia nunca más en mi vida he tenido ni tendré una cita a ciegas».