La historia de Benjamín Vicuña y su padre, fallecido a los 79 años: «Cuando decidí este camino mi viejo dejó de hablarme durante dos años… Y el reencuentro fue maravilloso»
«Hoy abrazas a tu madre y a tu nieta, en lo que estoy seguro será una fiesta cósmica. A brillar padre, don Juan Pablo», escribe Benjamín Vicuña en Instagram despidiendo a su papá.
El empresario Juan Pablo Vicuña Parot falleció a los 79 años luego de estar internado con graves complicaciones de salud. El actor viajó hace días desde Argentina para estar a su lado.
Juan Pablo Vicuña, un «hombre de puros números» -según afirmó su hijo actor en una entrevista en la revista transandina Gente, en 2019- se separó de Isabel Luco, madre de Benjamín, cuando el niño tenía cinco años. «Tomó su camino y pasó a ser un padre cumplidor de sus obligaciones, pero a la distancia. Tal vez al estilo cultural de aquellos años», detalló el protagonista de películas, series y teleseries.
En esa misma conversación, Vicuña realizó el siguiente relato sobre la relación con su papá y su vocación actoral:
“Entendí mi pasión por la actuación en los vestuarios del club de rugby. Esa concentración extrema de equipo, la sugestión que te hace creer que te llevarás el mundo por delante, me sirvió para encarar cualquier escena.
«Con una de mis primas hacíamos pequeños shows circenses o cantábamos a dúo temas de Pimpinela… La primera vez que oficié de monaguillo fue un desastre. Me temblaba todo y pens ‘nunca más sobre un estrado’.
«Pronto llegaron los talleres de teatro y las competencias intercolegiales. Encontré el mood y apliqué, entre muy pocos para la beca en la universidad, lo que tomé como un mensaje: ‘hay que ir por ello’. Y así comencé este camino, poniendo el pecho a los prejuicios.
«Mi relación con papá. Cuando decidí este camino mi viejo dejó de hablarme durante dos años, casi ni nos cruzamos. Y, por supuesto, me cortó todo tipo de ayuda económica. Claro que mamá estaba siempre ahí, infiltrada con su apoyo solapado.
«Se trataba del Chile post dictadura, cuando esta profesión estaba teñida de prejuicios: los fantasmas de la droga, la promiscuidad y la inestabilidad. ¡¿Cómo me metería en un ambiente donde no conocía a nadie?!
«En mi familia no había un solo artista, ni lejano, nadie con quien consultar. Viví mi elección como un destierro, como un exilio. Pero supe plantarme. Hoy, cuando me atrapa la duda o se acerca un desafío, me remonto a ese momento de mi vida: ¡Ahí están los huevos! No olvido que me jugué entero por lo que creía.
«Yo me entregué a la escuela de la vida, aprendí muchas lecciones en las aulas, entre amigos y compañeros. Lo que no tuve en casa, fui encontrándolo por ahí… Así crecí, discrepando con él (su padre) muy fuerte ideológicamente. Finalmente los años me convencieron de que ya no podré cambiarlo, y acepté quererlo así, tal cual es.
«Él volvió a casarse, dos veces más. Y el reencuentro fue maravilloso, súper emotivo. Porque lo hicimos sin exigirnos, sino cuestionarnos. Como dos hombres de igual a igual, sin exigirnos, sin cuestionarnos. Dos tipos con sus errores y sus miserias, que no pretenden ser más ni menos que el otro. Así nació un vínculo nuevo, como de amistad, de cariño y libertad».