«Cortaba y lo odiaba por meses. Después lo necesitaba y lo volvía a buscar y así me la llevé… Falleció»: la historia de Ingrid Cruz y su padre
“Los recuerdos lindos que tengo es que en el borde de la cama tenía una foto mía tomada de la tele, yo ya salía en la tele», relata Ingrid Cruz sobre su papá, que falleció cuando ella esperaba a su hija Emilia, hoy de 15 años.
El padre de la figura de teleseries como Brujas o Demente era de nacionalidad salvadoreña, llegó a Chile y trabajó como conservador de minas en Antofagasta. Cuando Ingrid nació, él y su madre ya estaban separados. Mantuvieron una relación fluida en su niñez que luego se interrumpió.
La intérprete de 47 años relató en De Tú a Tú, espacio conducido por Martín Cárcamo en Canal 13:
“Cuando tenía como diez años mi mamá tuvo un accidente, una tontera, pero que fue muy grave. Caminando se dobló la espalda, se le dobló un pie y se le corrió un disco de la espalda. Mi mamá estuvo postrada en cama un año y medio y como dos años sin poder caminar.
“Ahí aprendí a hacer de todo. Llegaba del colegio y tenía que cocinar, hacer el aseo, cuidarla, la tenía que ayudar a pararse, yo era el bastón, nos demorábamos media hora en atravesar el pasillo para que fuera al baño. Aprendí todo a la fuerza desde muy chica.
“Mi papá en ese minuto ya no estaba en Chile. Mi papá se fue cuando yo tenía nueve. Es que él vivió la guerrilla salvadoreña, que es algo muy violento, murió su madre, él se vino a Chile por eso, escapando de la matanza. Odiaba a los militares por lo que él había vivido. Entonces cuando Chile se militarizó él decidió dejar el trabajo e irse.
“Me llamaba una vez a la semana por teléfono y de ahí volvió a Chile cuando yo tenía como 15, porque se dio vuelta en un auto en Paraguay y dijo ‘me voy a ir morir a Chile’, y acá se vino a operar y todo. Y ahí mi mamá le dice ‘yo te cuido’. Lo cuidó por año y medio, que para mí fue la locura.
“Imagínate que por primera vez, a los 15, que tus dos viejos vivan juntos. Mi mamá lo hizo de buena onda, porque estaba solo, estaba pelado, con un tajo en la cabeza. Y de ahí se pelearon y de ahí no supe más de mi papá.
“Se pelearon ellos, nunca supe. Nunca fue tradicional, era muy bizarro y muy raro todo. Nos cambiamos de casa, porque mi papá fue un hombre muy organizado, ahí estuvieron un año y medio, viajamos a Santiago y cuando volvimos mi papá se había ido. Mi mamá me dice ‘es que nos peleamos, tu papá se fue’.
“Además con todo de llamar y él de frentón decir ‘no quiero hablar con ella’, y me cortaban el teléfono. De loco poh, si también todas estas cabezas así tienen un nivel de locura importante. Cortaba y lo odiaba por meses, después lo necesitaba y lo volvía a buscar, y así me la llevé.
“Hasta que a los 28 mi hermano logra juntarme con él y fue impactante. Ya estaba postrado en cama, estaba muy viejito y con un poco de demencia senil. Me hace entrar a su pieza y me dice ‘nenita’, porque así me decía, y yo me sentí una niña de cinco años, me puse a llorar, pero ya así desde las vísceras.
“Los recuerdos lindos que tengo es que en el borde de la cama tenía una foto mía tomada de la tele, yo ya salía en la tele. Habremos estado juntos unas veces más y de ahí decidió que no quería más. Pero ahí ya lo entendí, finalmente encontré al padre que buscaba, yo ya estaba en otra también, y fue como ‘ya, uno no puede exigir amor de ningún tipo’.
“Quería estar solo, pero ya entendía que no era conmigo, que no me odiaba, que no estaba enojado conmigo, que era su cabeza, que eran sus demonios. Falleció el 2006, yo estaba embarazada de Emilia, tenía como tres meses, mi hermano me llamó.
“Fue como ‘¡tan-tan!’. Eso es lo que yo escuchaba en mi cabeza. ‘¿Se acabó? ¿Así se acabó la historia?’. Te juro que escuchaba en mi cabeza ‘¡tan-tan!’. Se acabó. Ese fue el final. No podía creer que así se acababa, ese fue el punto final de la historia.
“Agradezco y atesoro los minutos que tuve, tengo una presencia paterna, tengo una figura paterna de alguna manera, y lo honro, igual que a mi madre. Me dieron la vida, uno no puede cambiar lo que ya fue”.