Glamorama
Paula Pavic y su esposo Marcelo Ríos en una imagen que compartió en su Instagram @paulipavic durante la Navidad de 2020.

«Ahora anda webi… por todos lados», «vai a puro webi.., no vai a trabajar»: Paula Pavic declara que «Chino» Ríos se «burlaba» de su trabajo

Autor: C. Farías / 4 diciembre, 2023

«Que esa persona me diga ‘tai loca, déjate de hablar tonteras’ es heavy», afirma Paula Pavic sobre lo que denomina «el bullying» que recibió por parte de «Chino» Ríos.

Una actitud, dice, que tomó su marido cuando ella emprendió por primera vez sola y que, finalmente, provocó el quiebre matrimonial.

La relacionadora pública de 41 años está viviendo en la casa familiar que el ex tenista compró «cash» en Sarasota, Estados Unidos, donde llegaron hace seis años con sus cinco hijos.

Así lo relata Pavic en un video de Instagram que compartió la semana pasada, donde también declara que su esposo no pagó los gastos del último mes, por lo cual ella debió pedir «prestado» y tiene una deuda de 17 millones de pesos en las tarjetas de crédito que Ríos cancelaba mensualmente.

A pesar de su situación económica, la madre y profesional asegura que jamás cambiaría lo realizada que se siente luego de cuatro años en que «empecé a querer tener más libertad y foco en mí, ya no tanto en ellos».

Su meta es tener independencia económica. Entonces se integró a una empresa de network marketing, a un grupo de desarrollo personal dirigido por un entrenador español de 31 años que comparte videos de yates, mansiones y mujeres hermosas como prueba de lo que, supuestamente, todos pueden conseguir si trabajan duro.

Como parte de su proceso, Pavic se levanta todos los días a las 4 AM a hacer pesados ejercicios.

Este camino enojó a su marido y Pavic optó por ella. En diciembre de 2022 ya estaban separándose. En febrero ella pidió el divorcio. Probaron una reconciliación que no resultó y ahora siguen el proceso legal nuevamente.

Este es su relato sobre lo que describe como «burlas» y «bullying» de Ríos:

«Mi vida de casada ha sido muy cómoda, he vivido una vida de sueño, impresionante. Pero cuando nos vinimos a EE.UU. no tenía ayuda. Después de haber tenido en Chile a seis personas trabajando en mi casa, llegamos acá y me pude traer a una persona desde Chile. Después esa persona se fue y me quedé sola en una casa de 1.300 metros cuadrados. Sin nadie que me ayudara a cocinar, con el aseo, la lavandería, con nada.

«Más encima soy demasiado estresada con el tema del orden, al limpieza, tengo un toc con eso. Al principio no lo pasé bien viendo el desorden. Tengo cinco hijos, tratando de mantener el orden, Marcelo no es una persona ordenada. Me costó al principio y dije ‘me voy a acostumbrar, porque así después no voy a depender de nadie en ese sentido’.

«Empecé a acostumbrarme, que los niños me ayudaran. Al final me acostumbré y lo manejé súper bien. Después volví a tener una persona que me ayudara. Pasaron varias personas por mi casa, y eran para ayuda, no era que podía dejar en la casa a los niños con alguien.

«Yo andaba de mal humor y lo único que mantenía de buen humor era estar cerca de estas personas en los eventos (que eran parte de su proceso personal ya descrito).

«Empecé a viajar mucho. Antes de eso no salía ni a la esquina sola. Si una amiga venía a verme, en mi cabeza no existía yo ir a comer con ella sola sin mi marido. Jamás salí sola, jamás tenía contacto con personas. Desde que llegué a Estados Unidos no tenía amigas ni amigos acá. Mi foco era 100% ser esposa e hijos. Cuando venían amigas a verme siempre era con él al lado. Nunca hice vida social aparte de él. Siempre mi foco fue él.

«Entiendo que para él fue súper difícil que, de un día para otro, yo haya entrado en todo este mundo, donde empecé a querer tener más libertad y foco en mí, ya no tanto en ellos. Esto empezó a ser un enemigo en casa. No solamente en mi relación sino que también para los niños, porque también ellos veían que nosotros discutíamos muchos, porque yo quería ir a los eventos, quería viajar a estos eventos.

«Y en esos eventos había otros hombres, personas, y eso generaba una inseguridad de que ‘no salía sola a ninguna parte, y ahora sale’.

«El me veía después en mis redes sociales arriba de un yate, con un montón de gente, en fiestas y cosas. De no salir ni a la esquina sola ‘ahora anda webiando por todos lados’. El problema siempre era ‘vai a puro webiar, no vai a trabajar’. Y el tema es que lo que te muestran es la vida que todo el mundo quiere, fiestas, yates, lujos, lo que la gente persigue cuando no tiene todas esas cosas. Te lo muestran para decirte ‘esto lo puedes tener’.

«Empecé a ir a estos eventos y cosas y eso generó mucha fricción en el matrimonio, en mi relación. Al final estaba tan enfocada en que esto me estaba haciendo súper bien a mí. Me estaba encontrando a mi misma. Mi crecimiento fue espectacular.

«Empecé a conocer gente, me empecé a meter mucho más de lleno en el desarrollo personal. Yo hablaba de todo lo que estaba logrando y lo que quería, y todas las personas cercanas, partiendo por él, se burlaban de mi situación.

«Uno comete el error de contar para donde vas y cuales son tus objetivos. Pero es tan imposible en sus cabezas ver lo que tú ves, que creen que tú estás loca. En algún minuto le dije ‘te voy a regalar un Lamborghini’ y él se reía en mi cara. ‘Sigue jugando a que esta trabajando’, esa onda.

«Ahí empecé a dejar de querer compartir lo que te pasa, lo que haces, porque la gente más más cercana es la que más te hace bullying. En vez de sentir que vas avanzando, sientes que ellos te están tirando para atrás. Es súper agotador.

«Mucha gente dejó ese camino porque fue más fuerte la presión de la gente que está más cerca tuyo. ¿Por qué no me tiras para arriba en vez de tirarme para abajo?. Con mayor razón una persona que logró lo imposible, ser el número uno. Que esa persona me diga ‘tai loca, déjate de hablar tonteras’ es heavy.

«Era tener esa burbuja de felicidad. Cuando estás con esas personas te sientes que nada es imposible, y vuelves a esta realidad donde te tiran para abajo todo el rato, que todo lo que haces es una tontera. Al final le das prioridad a estar cerca de la gente que te da esa luz de esperanza de que vas a estar donde quieres estar.

«Eso generó mucho más conflicto cada vez. Como pareja ya teníamos cero conexión. En diciembre dijimos que estábamos muy lejos el uno del otro. Me fui a Chile, estuve en Chile tres meses. De ahí tuvo que ir a hacer una exhibición. Volvimos a EE. UU».