«Me tuve que reinventar. Dije ‘voy a hablar con mi ex mujer, ‘préstame el auto para hacer Uber…'», relata Luis Gnecco sobre qué pasó después que su ex esposa lo denunció
«La primera noche fue un sábado, un hombre de 75 años, se sube un tipo medio borracho: ‘¡Hoy día ha sido un día de mierda!'», relató Luis Gnecco sobre el primer cliente que tuvo como conductor de Uber.
El actor de 60 años reapareció en televisión luego de que en junio de 2021 fue formalizado por violencia intrafamiliar. El protagonista de películas como El Bosque de Karadima y Neruda fue denunciado por su última ex mujer, socióloga y con quien tiene un hijo de, entonces, cinco años.
En tanto el tema se resolvía en tribunales, Gnecco fue condenado en redes sociales y perdió sus trabajos actorales.
En el último capítulo de La Divina Comida, el intérprete relató las lecciones que aprendió y cómo fue su labor como chofer para tener recursos económicos hasta que, ahora, retomó su carrera actoral con proyectos en Chile y el extranjero, y reencontrado con su ex esposa y sus hijos:
«Tú pierdes trabajos. Me fui para abajo, para abajo… Me metí en unas profundidades que no les puedo contar, y entiendo que si alguien depende de tu figura pública, no puede seguir avalándote como figura pública porque has pasado un límite.
La súper cagué. Te das cuenta que la cagaste, que la re cagaste… ¿Quién más que tú te puede sacar de ahí?
Mi misión ha sido entender el por qué de mi transgresión. Y al día de hoy, después de mucho dolor, sobre todo para ella también, que tenemos un niño chico, reconstruir eso es delicado, lento y requiere mucha voluntad. Y tener una buena relación al día de hoy.
«Claro, uno está haciendo su vida independiente, afortunadamente con la ayuda de ella, que lo agradezco siempre públicamente. Me tuve que reinventar, porque tú no puedes convertirte en un cadáver viviente, porque eso no le sirve nadie. O sea, yo le debo plata hasta al grifo de la esquina.
«Después de un año sin trabajo dije ‘¿sabes qué? Voy a hablar con mi ex mujer, Inés’. ‘Préstame el auto para hacaer Uber’. Porque fue lo único que pude hacer, porque necesitaba cumplir con lo que la ley te obliga a cumplir, que es mantener un niño chico.
«Y salí a hacer Uber, y me encontré con la primera persona que me dice ‘¿usted es…?’ Pero fue muy terapéutico en que me atreví a dar la cara de nuevo. Me atreví a relacionarme con mi gente, que es tu público.
«También aprendí otra cosa, que por eso los artistas somos privilegiados, porque por Dios, sacarse la cresta durante una semana con el culo ocho horas sentado en un asiento para ganar la décima parte de lo que tú ganabas antes diciendo ‘upa chalupa’…
«Me han intentado asaltar y tal (en Uber). Tú ves por el ojo, te están mirando… (Realiza el gesto de un pasajero que empieza a Googlear en el celular) Y de repente te dicen ‘¿es usted o no?’. ‘Sí, soy yo’. ‘¿Por qué está haciendo esto?’. Ahí comienza la conversación.
«La primera noche fue un sábado, un hombre de 75 años, se sube medio borracho: ‘¡Hoy día ha sido un día de mierda!’. Todo esto mientras bajábamos aquí a Providencia. ‘¿Por qué?’, le digo. ‘Porque hoy día descubrí que estoy viejo. Yo manejo moto desde que tengo diez años y hoy día por primera vez perdí el equilibrio y me caí’. Acto seguido se pone a llorar.
«Dije ‘guau’. Y de ahí para adelante te puedo decir cosas divertidas, menos divertidas. Ha sido muy impactante. Con el 95% de las personas hemos terminado abrazándonos, sacándonos selfies y teniendo conversaciones muy entretenidas.
«Por alguna extraña razón, que fue esta, sales a la realidad y dices ‘guau. Esto es, compadre. Esto es la vida. Esto es'».