Salen a la luz hilarantes anécdotas de Martín Cárcamo con Felipe Camiroaga y sus cirugías!
Jacqueline Cepeda es la súper productora de los matinales chilenos. Trabajó con Felipe Camiroaga y Martín Cárcamo desde sus inicios, entre muchísimos otros famosos rostros televisivos. En 2004 comenzó a hacer Pasiones con el Halcón de Chicureo. Entonces, en las puertas de TVN apareció un jovencísimo Cárcamo pidiendo una oportunidad.
Hoy Cepeda es la productora general de Bienvenidos. Fundó el nuevo matinal del 13 junto a Cárcamo y Tonka Tomicic. La productora es como la madrina televisiva de Martín. Además son amigos. Entre ellos no hay secretos. Y esta semana se enfrentaron en un cara lleno de revelaciones e hilarantes confesiones –VIDEO-.
Fue un momento divertidísimo con Jacqueline desclasificando momentos que forman parte de la historia de la pantalla chica chilena. Entre ellos que ella y Camiroaga ayudaron a Martín, quien quería ponerse una prótesis en su ojo izquierdo -en el cual perdió la visión tras un par de golpes haciendo deportes- y arreglarse la nariz.
Las anécdotas surgieron a raíz de que supuestamente el animador es muy «apretado», «manito de guagua», extremadamente cuidadoso con su dinero. Por eso Cepeda quiso darle un mayor contraste a esta supuesta cualidad, comparando lo top que es hoy el conductor con sus humildes inicios. Esto fue lo que se contó en Bienvenidos:
Jacqueline Cepeda: “(Martín Cárcamo) Andaba con un carnet trucho de estudiante”
Polo Ramírez: “O sea, salía para atrás en el Metro”
Cepeda: “De esos carnet inventados, esos que se compran. Así es la vida. Y este andaba con el carnet y sumaba las luquitas… Y ahora, mira, quejándose porque pone 150 mil pesos para un asado. ¡Y tuvimos que comprar sobrecostilla!”
Tonka Tomicic: “Jackie, cuenta cuando le fuiste a comprar ropa, le cortaste el pelo”
Jacqueline Cepeda: “Le cortamos el pelo. ‘Mire compadre’, le dije yo. ‘Usted va a entrar a trabajar aquí en la tarde. El público son señoras, sáquese esa ropita’, le dije yo. ‘Aquí esa ropita se va para Viña, acá es otra ropita. Camisita y pantalón. Hay que respetar al público’”
Polo Ramírez: “¿Y cómo andaba Martín ahí?»
Cepeda: “¿Cachai esa feria artesanal que está frente al muelle Vergara? Que venden ropa también. No es fea la ropa artesanal, no es fea, nada que ver, pero de Viña del Mar… Y no llevaba una semana en el programa y ya empezó con el tema del ojo, que ‘no veo por este ojito’, que una prótesis, que la cuestión. Le digo a Felipe (Camiroaga), ‘¿sabes que quiere que le pongan una prótesis en el ojo?’”
Ramírez: “¿Quería un ojo de vidrio?”
Cepeda: “Es que como ahora se arregló más el ojito, pero antes quería una prótesis. Me dijo ‘dos verdes podrían ser’. Dijo que en Viña había una clínica que tenía un oftalmólogo y que lo lleváramos al programa. ‘¿Pero cómo lo vamos a traer a Pasiones al doctor?’. ‘No sé poh, alguien que quiera tener un cambio de look y te ponen la prótesis’.
«Ya, ahí partió con la prótesis. Le dije: ‘Felipe (Camiroaga), veamos’, porque el Felipe es el que se ponía con el billete. ‘Veamos el tema de la prótesis, pero ahora no porque está recién llegado, no puede pedir tanto’. Dos semanas después… Un día, en el colegio donde estaba becado, ¿cómo se llama? ¿El colegio donde estaba becado?”
Hugo Valencia: “En el Mackay”
Cepeda: “Si poh, si estaba becado. El colegio excelente, aceptan gente becada. Digamos las cosas como son. Porque la mamá y el papá… Ustedes saben cómo son los papás, que tenga buena educación, que hable inglés, cosa que nunca aprendió. Y todos los días los papás que ‘una oportunidad’”.
Ramírez: “Menos mal que estaba becado, porque si no era plata perdida”.
Cepeda: “No, es que jugaba rugby. Por eso, porque por las notas… Por ahí fue, porque la cosa deportiva en todos los colegios funciona. Ya, el cabro jugaba, le hicieron una prueba, quedó en el colegio”.
Polo Ramírez: “Era rubio además”.
Cepeda: “Y además, rubiecito. En este país en todo le va bien al rubio… Después empieza con que tiene un cachito acá (en la nariz), de cuando jugaba rugby. Cuento corto: que la nariz, que la nariz (se la quebró jugando rugby). A Felipe de nuevo: ‘Este weón ahora quiere que le arreglen la nariz’”.
Martín Cárcamo: «¡Pero si yo no quería eso!”
Cepeda: “Yo le digo: ‘Felipe, este weón quiere que le arreglen la nariz’. Y me dijo: ‘¡No, se pasó! ¿Pero no le estábamos consiguiendo la prótesis para el ojo?’. ‘Sí’, dije yo. ¡La gente cree que es broma y es verdad! Partimos para allá para el cerro (a la entonces clínica del doctor Héctor Valdés). ‘A este cabro lo queremos tirar para arriba’, le dije yo (a Valdés). ‘Y pucha, estamos viendo si le hacemos una cuota con Felipe Camiroaga. Una cuota, a ver si le enderezamos la nariz. Va a quedar bonito, y si usted le endereza la nariz, él ofrece decirlo en pantalla. Usted sabe, en páginas sociales’. Al doctor Valdés. Y le arregló la nariz.
«Y entre la prótesis y la nariz, hoy día lo ven así. ¡Y se pone con 150 lucas para un asado! Y le digo: ‘Voy a ir al Jumbo a comprar la carne’. ‘No’, me dijo. ‘Compra allá en Talagante, es más barato. En esa carnicería que está a la vuelta de tu casa’. ‘¿Y qué compro? ¿Puedo comprar una carne más rica?’. ‘No. ¿A cuánto está el cerdo?’. ‘Pero es que el cerdo no le gusta a todos’. ‘Cómprate alitas de pollo, esas chiquititas’.
«‘¿Y a cómo está el vino? ¿Esas cajitas?’, me dice. ‘Pero cómo vamos a tomar en cajitas, Martín’. ‘Compra, los cabros no cachan después de la segunda copa. ¡No cachan nada! Sácate esas copas bonitas que tenís allá arriba, les sirves ahí’, me dijo. ‘Los cabros no cachan náh’. ‘¡¿Pero cómo le vamos a hacer esto al equipo!?’, dije yo. ‘Los blanquitos los pones en un frasquito bonito como lo hago yo en mi casa. Una buena copa. Y bota las cajas, porque no falta el sapo que ve que puede haber acá (en el basurero)’.
«‘¿Y postre, Martín?’. Me dijo: ‘Mira, allá en Franklin venden unas cajas de helado, que yo lo compro por caja para los cabros, que tú sabís como se pone el Luciano, el chiquitito, el Mariano, y todo. Cómprate una tres cajas, ¿ya? Y las metes al freezer. Déjate una parte, porque si sobra, me lo traís el lunes’. ‘¡Pero Martín, que eres picante!’, le dije yo. ‘A los cabros después les gusta tomar el pipeño con helado de piña’. ‘¡Pero esa cuestión es asquerosa!’. ‘Después de la segunda copa, ¡papá sabe, poh!’. ‘Pero es que la Tonka después igual se va a poner con más’, le dije yo. ‘La Tonka me dijo que comprara vino en botella, y buen vino’. ‘¡Papá sabe!’, me dice.
«Voy a la oficina, a su salita, y voy con las boletas todas subrayadas porque le dije a la Eli, que me estaba ayudando con la Caro: ‘Subrayen todo, porque este weón siempre pide la boleta’. Y le llevo el paquete con todas las boletas subrayadas. ‘Martín, mira, gastamos esto en el heladito de Franklin, las cajitas de vino. Pucha, son botillerías del barrio, así es que son chiquititas’. Y me dice: ‘¡¿Cómo?! No, no. ¡Cero posibilidad! Pongan ustedes el resto de la plata con Pablo (Manríquez, director) y la Carola (Román, editora). ¡Cero posibilidad!’».