«Me agarra por el brazo y me dice ‘yo quiero que tú seas mía, ¿no te atreves?’. Yo solo le respondí que estaba loco…», afirma la polola de Nano Calderón tras querellarse contra su suegro
«El empieza como a hacerme cariño, diciéndome que me quede tranquila, que ‘merece un hombre mejor’. Y ahí es cuando me empieza a hacer cariño por el cuello y su mano toca mi pecho. Obviamente ahí sí reaccioné y le saqué la mano”, afirma Rebeca Naranjo, polola de Nano Calderón.
La joven de 29 años nacida en Venezuela –AQUI UN BREVE PERFIL Y FOTOS– rompió el silencio luego de que su pareja fuera formalizada por intentar matar en dos ocasiones a su padre, el abogado Hernán Calderón.
El estudiante de Derecho de 23 años quedó con prisión preventiva mientras dura la investigación y pasa los primeros días de la medida cautelar la clínica siquiátrica El Cedro, en La Reina. Luego de compensarlo será encerrado en la cárcel Santiago 1.
En tanto, Rebeca Naranjo se querelló por abuso sexual reiterado en contra de su suegro Hernán Calderón y este jueves dio una entrevista a Polo Ramírez en Bienvenidos.
La dueña de una boutique en Providencia relató episodios ocurridos entre septiembre de 2019 y junio de este año, cuando ella y Nano vivían en el departamento del abogado de 67 años.
Según Naranjo, fueron estos episodios, donde afirma que sufrió insinuaciones y tocaciones por parte de su suegro, los cuales gatillaron el violento actuar de su pololo con su padre.
Los hechos que relató en el matinal de Canal 13 son los mismos que cuenta en su querella.
La transcripción de la primera parte de la entrevista que dio en Bienvenidos la encuentra aquí. La siguiente es la transcripción de la segunda parte de esa conversación:
Ramírez: “Fueron entonces estos dos episodios. En la querella hay otros elementos”
Naranjo: “Sí. Eso fue en mayo. Ya la señora Patricia (Ramírez, pareja de Hernán Calderón) no estaba para el cumpleaños de Nano. Él me habla por WhatsApp para coordinar todo para festejar el cumpleaños de Nano. Y ese día yo con Nano, minutos antes de hacer el asado, tengo una discusión con Nano, por lo que el asado se suspende. No hacemos asado. Nano se va a su pieza y yo me quedo en la pieza de al lado. Ese día yo dormí en la pieza de al lado.
“Él llega a la pieza. Yo lo sentí que venía caminando. Me hice la dormida, pero él notó que ya no estaba dormida. Cuando me arropa y se sienta al lado mío en la cama, y me pregunta cómo estaban las cosas con Nano, ya que él había presenciado la discusión mía con Nano del living.
«Allí le respondo cómo me sentía. Y ahí él empieza como a hacerme cariño, diciéndome que me quede tranquila, que ‘merece un hombre mejor’. Y ahí es cuando me empieza a hacer cariño por el cuello y su mano toca mi pecho. Obviamente ahí sí reaccioné y le saqué la mano”
Ramírez: “¿Cómo te sentiste en ese minuto?”
Naranjo: “Mal, mal, cochina… Mal”
Ramírez: “Tú has dicho, Rebeca, que has tenido miedo que no te crean, que pongan en duda tu testimonio. ¿Por qué ese temor? ¿Cómo podrías explicar ese temor?”
Naranjo: “Porque sé que es una persona, por decirlo, quizás poderosa, y tengo miedo de que quizás me cuestionen, de que es mentira, como me imagino que muchas personas lo están haciendo. Pero yo creo que una mujer no podrecía mentir con algo de este tipo”
Ramírez: “¿Por qué no le contaste a Hernán, a Nano, nada de esto que había pasado? Habían sido ya tres episodios que habías vivido, además de los mensajes. ¿Por qué no les contaste?”
Naranjo: “Nunca le conté porque sentía miedo. Siempre tuve miedo de que, quizás, no me fuera a creer. Tuve miedo de cómo iba a reaccionar ante esta situación, porque no creo que sea muy agradable”
Ramírez: “Pero, en algún minuto, decidiste contarle. ¿Qué pasó? ¿Por qué cambiaste de decisión?”
Naranjo: “Pasa que, después de esta situación, yo ya tenía miedo de ir a la cocina. Tenía miedo de salir sola al living. Tenía miedo de que Nano se metiera a la tina, cuando se metía a la tina una hora, dos horas, de estar sola en la pieza. Me daba miedo de que él fuera a entrar y me fuer a a seguir tocando (comienza a llorar) o que, quizás, me fuera a violar…”
Se quiebra.
Ramírez: “Tómate tu tiempo”
Naranjo: “En una oportunidad yo estaba en la cocina y estaba con una polera de Nano. Y él estaba caminando y me tomaba fotografías con su celular. Y yo me preguntaba cómo puede tomarme fotografías si ni siquiera estaba, no sé, enseñando algo. Estaba con la polera del hijo. Y ya fue tanto, tanto, tanto esta situación que yo de verdad me sentía desesperada… Eso siempre lo supo mi amiga, porque yo no encontraba la manera de salir de ese departamento”
“Yo no encontraba la manera de decirle a Nano lo que estaba pasando. Un día tuve una discusión con Nano, cualquier pelea, y es ahí cuando yo decido ni siquiera decirle la razón por la que estaba recogiendo mis cosas. Y ese día yo me fui. Nano no entendía la razón, porque era una pelea tonta, cotidiana o diaria. Y me fui, empecé a recoger mis cosas y me fui.
“Él estaba, ese día que yo empecé a recoger las cosas, en la tina. Y el papá me preguntó si Nano estaba al tanto de que yo me iba y yo le dije que me imaginaba que sí, él me dijo que le iba a escribir y yo le dije ‘escríbele’.
“En esto Laurita, la asesora del hogar, baja al estacionamiento a buscar un carro para ayudarme a llevar las cosas al auto. Cuando baja a buscar el carro, él me está ayudando con unas cajas, a sacarlas de la pieza y las teníamos como a la entrada del departamento.
“Y él allí me agarra por el brazo y me dice ‘yo quiero que tú seas mía, ¿no te atreves?’. Yo solo le respondí que estaba loco y en eso él se separa de mí, porque me estaba agarrando por el brazo, porque llega Laurita y se abre la puerta del ascensor.
“Yo me imagino que en su momento Laura sospechaba por las conductas extrañas quizás que yo tenía. No ir sola a la cocina o cosas así, pero Nano no tenía mayor información de nada de lo que estaba pasando.
“Nano después de tanto insistirme para que volviera al departamento, me dijo que por último regresara y estuviera en la pieza de al lado, mientras yo encontraba un departamento en alquiler para irme sola. Ahí yo me llené de valor y le dije a Nano que yo a ese departamento no podía regresar.
“Ahí obviamente Nano empieza con insistencia a preguntarme ‘¿qué pasó?, ¿qué pasó con mi papá?, ¿qué pasó?’. Yo le dije que al día siguiente yo iba a ir para allá, porque quizás si se lo escribía él iba a tomar las cosas de otra manera. Que era mejor que en persona nos encontráramos, cuando me pasara mis cosas y yo le iba a contar la razón por la que no podía regresar.
“Al día siguiente coordinamos la hora, yo llego al estacionamiento de visitas, baja Laurita con él, me entregan las cosas, Laura sube y yo hablo con él. Yo noté que quizás Nano ya tenía algo en cuenta, porque cuando baja a entregarme las cosas, bajó con un bolso con su ropa.
“Obviamente al yo contarle a Nano que era la única razón que yo tenía, traté de disfrazar las cosas y no le conté varios detalles. Nano me suplicó que le dijera si el papá me había tocado y yo siempre le mentí, porque siempre tuve miedo. Solamente le dije que no, que eran mensajes y lo de ese día que me dijo que si yo quería que fuera de él.
“Nano sube al departamento y yo lo esperé abajo, porque él tenía su reacción. Después el Nano salió, yo quise hablar con él y no me dejó hablar con él y ahí yo me fui donde mi hermana.
“Cuando Nano sube al departamento me llama por teléfono, me pone en altavoz y me dice que por favor le repita lo que yo le había dicho abajo. En el fondo escucho al señor Hernán diciendo que yo estaba mintiendo, que quería poner a su hijo en contra y yo solo respondí que él sabía lo que había hecho, que yo no tenía nada más que decir. Y ahí se corta la llamada.
“Ya luego Nano sale del estacionamiento, yo traté de seguirlo para ver qué había pasado, en qué había quedado todo, pero no quiso hablar conmigo. Nano estaba muy destruido con todo esto, porque también decía que cómo yo se lo había ocultado tanto tiempo.
“Que el papá nunca tuvo el valor de decir lo que había sucedido y lo que me había hecho. Nunca contó la verdad, que era lo que Nano esperaba,. Yo creo que lo único que esperaba era que el papá dijera ‘lo siento’ o ‘perdón’. Él siempre lo negó. Siempre».