Glamorama
Andrés Caniulef en Juego Textual en una imagen enviada por Canal 13.

«Las luces me cegaron… Tiene que ver con buscar aparentar. Había una idea de que trabajar en la tele significaba vivir en tal parte, tener tal auto, vestir de tal marca», reflexiona Andrés Caniulef

Autor: Equipo Glamorama / 7 diciembre, 2022

“Yo creo que sí despegué los pies del suelo en algún minuto. Las luces me cegaron en algún momento”, manifestó Andrés Caniulef en Juego Textual sobre la época en que, en su vida persona, vivía excesos.

El periodista de 45 años regresó a la televisión en 2020 luego de haber estado un año internado en rehabilitación.

Desde entonces Caniulef ha compartido su proceso en diversas entrevistas. Esta vez, a lo enunciado en un principio en el programa de Canal 13, sumó:

«Tiene que ver con buscar aparentar, con hacer un esfuerzo… Siento que había una idea de que trabajar en la tele significaba vivir en tal parte, tener tal auto, vestir de tal forma, de tal marca, todo tenía que ser cómo”

Yazmín Vásquez, integrante del grupo de panelistas del programa: “Mantener un estatus”

Andrés Caniulef: “Sí. Y yo caí en eso. Y claro, gastarse lo que no tienes no es precisamente para lo que me educaron. Y yo creo que eso también me terminó de hacer mal, me pasó la cuenta”

Chiqui Aguayo: “¿Y no había nadie que te dijera?”

Caniulef: “Mi papá. Mi papá nunca dejó de decirme ‘estás gastando mucho, ¿qué estás haciendo?, ¿estás ahorrando? Preocúpate de guardar plata. No te gastes toda la plata del mes’”

Katty Kowalezcko: “Qué contención tuviste durante tu vida, lejos de tus papás, expuesto a un mundo como es la televisión? ¿Qué personas fueron tu contención?”

Caniulef: “Muy pocas. Yo creo que a pocos les permití entrar en mi mundo y creo que también ese fue un error grave. Yo no dejé que me terminaran de conocer ni que me contuvieran.

«Quizás en la universidad formé lazos mucho más férreos, que son precisamente mi grupo de amigos, con los que comparto hasta el día de hoy y los que realmente me conocen.

“Pero no tuve ese espacio en el que yo dijera ‘me siento así, me siento mal, me pasa esto’. Siempre lo viví solo. Siempre creí que podía solo. Siempre quise creer que yo era como un roble, pero en realidad yo era como esos muñecos de trapo que tenían una hilacha, y me hicieron así y yo empecé a desvanecerme.

“Entonces uno siempre tiene que tener a alguien en quien al menos aferrarse. Hoy día es el abrazo de mi mamá, llegar a mi casa es un momento en que me siento seguro. Cuando me siento mal me voy a mi casa”.