Besos universitarios, boda, pelos rubios en el auto, separación, choques y reconciliación: los 40 años de la doctora Carolina Herrera y su marido, el siquiatra Eugenio Olea
“Nos casamos el año que egresamos, el ’88, y vivimos 18 felices años juntos. Hasta que un día recibo un mail, teníamos un mail en común, que decía ‘estimado doctor, lamento lo que ha pasado con el pasaje de la doctora’. Y bueno, la ‘doctora’ no era yo”, contó la doctora Carolina Herrera sobre el momento en que se separó de su marido, el siquiatra Eugenio Olea.
El matrimonio de médicos se conoció en la universidad, se dieron el primer beso en 1983, se casaron, tuvieron tres hijos, ella afirma que descubrió una infidelidad, estuvieron separados trece años y se reconciliaron como pareja en 2018.
Así continuó la historia de la médico intensivista UCI y panelista de matinales en un capítulo de Juego Textual emitido en febrero por Canal 13:
Rayén Araya: “¿Cuál fue tu reacción (ante la supuesta infidelidad)?”
Carolina Herrera: “Preguntarle. Y como se fue de negativa, yo empecé a mirar el entorno. Nos habíamos comprado un auto recién y había unos pelos rubios en el auto. Los levanté y dije ‘les voy a hacer un ADN’. Sí poh. Para que la cosa sea científica. Para acusar con bases.
“Y ahí me di cuenta de las señales y las señales eran que ya no estábamos sincronizados. Yo pensaba que la vida que teníamos era la vida que había que tener. En el hospital todo el día, en la consulta hasta la noche y él me traía una flor todas las noches”
Araya: “¿Qué es lo que se quiebra cuando se rompe la relación?”
Herrera: “Esa conexión instantánea que tú tienes con una persona y que sabes que es la persona con la que tú quieres estar para siempre. Y cuando tú te das cuenta que el otro quebró una parte consustancial, que es la confianza, entiendes lo que significa la palabra traición.
“Traición no es que alguien te estafe, que te robe, es algo mucho peor. Porque tú sientes que alguien se comprometió contigo en algo, te miró a los ojos y no lo hizo. Pero eso puede ser parte de tu historia, lo puedes soltar y que no pese como un lastre cuando tú cambias tu situación de vida.
“Nosotros estuvimos separados trece años. Trece años en los que yo no contesté el teléfono en mi casa para no escuchar su voz”
Yazmín Vásquez: “Pero cuando tenían que ponerse de acuerdo con los hijos”
Herrera: “Eso no ocurrió, porque cuando yo me di cuenta de esta realidad, en ese auto nuevo que nos habíamos comprado, tenemos un desencuentro de palabra y yo le digo ‘dime, ¿andas con otra persona?’. Y me dice ‘no’. Yo retrocedo el jeep y lo choco contra mi casa, contra el pilar.
“Y le digo ‘dime la verdad’. El jeep nuevo, de una semana. Y me dice ‘no. No ando con nadie’. Marcha atrás, el segundo foco. ‘Tercera pregunta, es la última: ¿andas con alguien?’. ‘No. Y te estás portando de una manera muy rara’, me dice.
“Yo pienso ‘a las siete de la mañana chocando el auto contra la esquina de la casa. O sea, estoy sicótica’. Y le digo ‘a las seis de la tarde todas tus cosas van a estar en la vereda y el lunes nos vemos con el abogado’.
“Me hubiera dicho ‘tienes mal aliento’, o lo que fuera, pero yo hubiera entendido si me dice ‘sí, anduve con alguien’. Pero que me dijera la verdad, porque para mí la verdad era lo más importante.
“Porque yo le hubiera podido dar la pelea al mal aliento, a la otra, a lo que fuera. Pero si yo estaba con un velo en los ojos, si te regalan una flor cada noche, ¿cuál es tu advertencia en la vida?”
Begoña Basauri: “Los autos y los choques han sido como un símbolo súper potente en tu vida, porque hay un atropello y un choque que te hicieron replantearte tu relación”
Herrera: “Cuando ya nos habíamos separado y cuando yo ya di por terminada la relación, esto fue al mes de que nos habíamos separado, lo atropellaron andando en bicicleta y yo no lo fui a ver. Y ahí me di cuenta que iba a poder desprenderme de él en la vida.
“Y cuando a la vuelta de estos trece años en algún minuto me chocan a mí, me suben a la vereda y me dan tres vueltas, él fue la única persona que pudo ir a buscarme. Aproveché de decirle ‘demos todo por superado. Me voy a ir a trabajar a Punta Arenas y quiero que nos divorciemos para que yo me pueda ir tranquila’.
“Yo pagué dos veces abogado para que nos divorciaran y por alguna causa no se pudo hacer. Y a la semana siguiente de este choque, eran los 30 años de la Escuela de Medicina, donde habíamos sido compañeros de curso, y como yo no tenía auto, él se ofreció a llevarme.
“Y por primera vez en trece años nos sentamos, hablamos y yo me enamoré de él instantáneamente, exactamente igual que al comienzo. Cuando nos dimos cuenta de esto, que fue una cosa recíproca, él había tenido sus intentos de acercamiento, pero yo le había dicho que por ningún motivo. No íbamos ni siquiera a hablar.
“Cuando empezamos a andar de vuelta no les dijimos ni a los niños, porque cómo de un minuto para otro. No, que cosa más rara. Pero yo sentí que era lo correcto y le dije ‘por favor no me hagas esto si no va a ser de verdad. Porque si esto es así y esto es verdad, tú te vienes a vivir ahora a la casa. O sea, partimos en serio’.
“Y de alguna manera ha sido así durante estos años. Fue el 2018 cuando cumplimos 30 años de egresados y nunca hemos sido más felices que ahora en realidad”.